lunes, 26 de diciembre de 2011

Paz y Justicia?


"Habrá paz cuando impere la justicia." José Ingenieros

Mucho se habla, cuando se toca el tema de la búsqueda de la paz, de la necesidad de justicia, como condición suficiente para la existencia de la tan aclamada concordia.
Y es que, en realidad, para que exista una buena convivencia entre personas es imperioso que exista un marco legal que ofrezca seguridad y garantías para todos y cada uno.
Las leyes que se refieren a la persona individual, por lo tanto, son —para todos— el aval de poder acceder a algunos bienes o servicios que consideramos inherentes a los seres humanos (por ejemplo, el derecho a la vida, a conformar una familia, a tener un hogar, a la educación básica, y otros tantos), y, una vez garantizados estos, una defensa a la propiedad de cada uno: los bienes adquiridos o heredados.

Existe empero una gran diferencia entre "convivir" y que "haya paz".

"La paz no es solamente la ausencia de la guerra. Mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz." Rigoberta Menchú

Sabias palabras éstas, donde encontramos un fundamento para aseverar que la paz no sólo se refiere a la inexistencia de disputas bélicas, tal y como presenta la señora Menchú, sino que designa un estado de felicidad y tranquilidad entre las personas.
La paz es un estado del alma, en el cual ésta se siente a gusto frente a una situación.

Qué es entonces la justicia en nuestra sociedad sino una mordaza con la cual acallar las manifestaciones de molestia y disconformidad, frutos de la desigualdad e inequidad en el acceso a las oportunidades y a los recursos?
Si bien es nuestro derecho defender lo que es nuestro contra aquellos que injustamente nos lo quieran arrebatar, ello no implica que el alma de los ciudadanos que fueron marginados de la vida social se encuentre tranquila gracias al imperio de la ley.
No será que, tal como hacemos hoy en día, colocando a la justicia como fundamento de la paz, lo que estamos generando son realidades "burbuja", donde los que tenemos mayor poderío económico y, por ende, accedemos a los servicios de la ley, estamos "pacificando" a los menos favorecidos?

(Al concebirse la justicia, desde indeterminados tiempos, ha sido siempre el dominante sobre el dominado quien ha determinado qué es lo justo y lo injusto, incluso antes de que dicha justicia constara por escrito en un código.)

Es por eso que quisiera plantear mi tesis: la paz solamente será alcanzada cuando el ser humano abandone la avaricia —para los acaudalados— y deje de lado la envidia —refiriéndonos a los pobres—.

"Allí donde domina el derecho a la propiedad, donde todo se mide con dinero, no puede hablarse de equidad y bienestar social." Santo Tomás Moro

Qué significa todo esto? Que debemos renunciar a las leyes y vivir en un completo caos? Que debemos volvernos anarquistas? Que debemos renunciar a todas nuestras posesiones y "donar todo a los pobres"? Que debemos negar el derecho (al que se esfuerza) de tener más y vivir mejor?
Por supuesto que no! Sería ilógico y tonto pensar que esa sería la solución.

Necesitamos avanzar hacia una sociedad de personas más humanizadas, más solidarias, más generosas.
Debemos educarnos en mantener el difícil equilibrio entre la ambición y la compasión.
Si queremos vivir en paz los unos con los otros, sin tener que sostener esa tranquilidad a punta de pistolas o con las murallas de nuestras casas cada día más elevadas, es vital generar una contracorriente que haga frente al consumismo, que ha carcomido las bases de la civilidad y de la búsqueda del bien común: nos ha vuelto en extremo individualistas y hedonistas.

"Ser el hombre más rico del cementerio no me interesa. Ir a la cama sabiendo que hemos hecho algo maravilloso; eso es lo que me importa." Steve Jobs

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Consienten que hay que disentir?

Identidad significa, según el diccionario de la Real Academia Española, en su tercera acepción "conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás".

La búsqueda de la propia identidad es el proceso donde el ser humano pone empeño en diferenciarse del resto. Es tan interesante –y gracioso!– ver ese paso de la infancia a la adolescencia, con tantos revuelos comportamentales y extravagancias de vestuario, con tantas rebeldías contra el sistema terminadas en "uniformizaciones de lo rebelde". (Finalmente, casi todos terminan imitándose unos a otros, aunque todos llamándose "auténticos".)
Es, sin embargo, un tiempo importantísimo en la elección del estilo propio y que debe ser superado; de lo contrario, impide que llegar a lo profundo de lo verdaderamente auténtico.

Identidad, por lo tanto, no significa necesariamente igualdad.

La adolescencia y el correspondiente desenvolvimiento que acabamos de describir traen a la persona individual muchas decisiones en el aspecto de estilo y en su apego hacia una u otra corriente de comportamiento. Pero no necesariamente traen definiciones ideológicas. Al menos en sus inicios, no.
Cuando inicia nuestro autodescubrimiento, como es de esperarse, estamos centrados en las banalidades: en los estilos de peinado, los colores de ropas que usamos, la cantidad o la ausencia de aros o piercings que tenemos, entre otras.
Por supuesto, no todo permanece siempre en la superficie, y con el paso de los años empezamos a definirnos en nuestros estilos musicales favoritos, los tipos de literatura que nos gustan, las preferencias laborales, incluso sobre cómo nos gustaría que sea o se vea nuestra pareja.

Pero hay un paso más; uno que pocos dan. Un paso que nos cuesta mucho: la formación de la opinión propia.

No es de esperarse, en un país como el nuestro, con una juventud en proceso de despertarse luego de tan larga dictadura, que sea diferente. Es previsible.
Pero no es justificativa para acomodarnos.
Es una invitación que nos desafía a romper nuevamente los esquemas de lo esperado, a entrar nuevamente en la adolescencia y buscar nuestra propia idea de las cosas.

Siempre me sorprende la dificultad que tenemos como pueblo de aceptar opiniones que difieran de las nuestras (o de emitir las propias cuando no van en consonancia con las de nuestro interlocutor). Ni bien escucha alguien la "innombrable" palabra discutir, todos se guardan sus opiniones y se acaba el debate. Le tenemos miedo.
Erradamente, asumimos que discusión es pelea.

Si decimos que es en nuestros años mozos cuando nos definimos con una identidad propia, y lo hacemos mediante la confrontación, la diferenciación de estilos y "rompiendo lanzas" con nuestro pasado y nuestro entorno, por qué no podemos hacer lo mismo con nuestras ideas? Por qué debemos pensar siempre igual que todos? Por qué no podemos tener nuestros propios conceptos? Por qué deben nuestras definiciones de las cosas ser las que están en labios de nuestros padres? Por qué deben ser las de nuestros jefes o nuestros profesores? Por qué la verdad debe ser la que tienen los autores de los libros?

(Me hubiese encantado que, al enseñarme sobre filosofía, no me preguntaran "qué dijo Platón?", esperando que respondiera de memoria una frase sin entenderla, sino que me interrogaran sobre qué pensaba yo sobre la sentencia de Platón que reza "el cuerpo es la cárcel del alma". Hubiese internalizado mucho más.)

No es acaso disintiendo que logramos abrir la mente, captar nuevas ideas, confrontarlas entre sí y, finalmente, tomar decisiones más acertadas?

Paraguay necesita una generación de jóvenes líderes que no enseñen doctrinas de la verdad sino que adoctrinen en su búsqueda.
Paraguay no necesita más dogmas ni verdades absolutas que nos obliguen a repetir hasta el hartazgo.
Paraguay no necesita más libros que enseñen tecnicismos sobre la filosofía o filosofías de cuestiones técnicas.
Paraguay necesita aprender a pensar por sí mismo.

Seguir a un verdadero líder es mucho más que coincidir con él. Es aprender de él que es sano a veces estar en desacuerdo con sus ideas, buscando las propias.

viernes, 7 de octubre de 2011

En referencia al Referéndum


Seré breve, en honor al tiempo corto que existe para que se cumpla el objetivo que me propongo para este artículo.

Cuáles son las razones que me mueven a votar por el "Sí" en este referéndum que se realizará este domingo 09 de octubre, sobre si deben o no votar en las elecciones nacionales los paraguayos residentes en el extranjero?

Amo mi país. No lo dejaría por nada del mundo.
Pero el Paraguay no sería más que tierra, agua, árboles y animales si no tuviera personas habitándolo. Y creo firmemente de que es a la gente a la que amo, más que al suelo que piso. Y así como amo a los paraguayos, sea donde sea que estos estén, quiero que amen su país como yo, y se comprometan con él: que se animen a aportar lo que puedan desde donde estén para hacerlo más grande, más noble, más respetable.

Podemos llegar a prejuzgar a los paraguayos residentes en el extranjero y decir que se fueron por voluntad propia, porque no quisieron luchar, porque no tuvieron el coraje... En fin, podemos esgrimir cientos de argumentos, y muchos de ellos justificables.

Lo cierto y concreto es que, más allá de cualquier egoísmo o recelo en compartir lo que tenemos, los necesitamos! No sólo económicamente (es tanto el dinero que viene del extranjero!), sino moralmente.
Necesitamos enriquecernos internamente con sangre e ideas nuevas.

En un pasado no muy lejano, las dos guerras mundiales trajeron muchos extranjeros a Sudamérica y nuestros países vecinos se enriquecieron no sólo con dinero, sino más bien con aportes culturales de esos inmigrantes, que marcaron un punto de inflexión en su crecimiento moral!
Actualmente no hay previsión (gracias a Dios!) de que vaya a haber alguna gran guerra que mueva masas.
Sin embargo, tenemos más de un millón de paraguayos viviendo en el extranjero que pueden volver con algo más que dinero entre manos: volverán con sueños!

Viví en el extranjero dos veces en mi vida  y tuve siempre la dicha de poder volver a mi país. Sin embargo, no fue el mismo Sebastián el que regresó. Ver el mundo me cambió.
Y estoy seguro que a todos mis paisanos dispersos por el mundo también les ha sucedido lo mismo.

Rezo porque en un futuro próximo vuelvan cientos de miles de paraguayos que conocieron el mundo, que aprendieron cosas nuevas, que se prepararon y trabajaron de manera distinta, que fueron puntuales, que aprendieron a manejar con reglas de tránsito y a cruzar la calle siendo peatones, que vieron las cosas desde afuera; que vengan en oleadas, como compatriotas que son, a construir con nosotros, codo a codo, una nación nuestra, a edificar una sociedad en serio. Y quiero que empiecen a hacerlo, mientras no vuelven, con el voto!

Para el Referéndum del domingo 09 de octubre de 2011 yo voy a votar por el "Sí", y te invito a acompañarme!

sábado, 27 de agosto de 2011

Se buscan jóvenes


Joe Cocker es un cantante británico nacido en 1944. Tuvo bastantes éxitos en su carrera musical, pero estoy seguro que ninguno que le identifique tanto como "You can leave your hat on", banda sonora de la película "Nueve semanas y media".
El tema es tan marcante en el erotismo y se utiliza con tanta frecuencia en esos momentos, que a mí personalmente me llevó siempre a pensar en su intérprete como alguien básico, carnal, e incluso superficial.
Eso hasta que conocí, gracias a mi padre, más de su obra. Y qué buenas canciones encontré!

Dentro de ese descubrir al artista, también encontré contenidas en sus letras ideas muy importantes para mí, profundas, renovadoras, frutos de una persona madura e interesante. Descubrí que estaba muy equivocado sobre su persona.
Es sobre una de esas posturas que él asume que quiero hablar. La canción se llama "N'oubliez jamais”.

"No lo olvides jamás!
-escuché a mi padre decir-,
cada generación tiene su propio estilo,
un deseo de desobedecer.
No lo olvides jamás!
Está en tu destino
una necesidad de estar en desacuerdo
cuando las reglas obstruyen tu camino"

Sé que nada nació hecho, que todo es fruto del desarrollo que algún idealista se dedicó en cuerpo y alma a realizar. Antes de él, no era nada. O era poco. Y después de él ha quedado suficiente. Pero no lo ha dejado completo. Nada llega nunca a su grado máximo de evolución, porque la evolución misma genera más y más evolución.
Sucede con las cosas, con los inventos, con las herramientas y utilitarios que nos brinda la tecnología de hoy. Y también sucede con la misma sociedad, su economía, su política, su estilo, su ideología, sus costumbres: evolucionan. O al menos deberían.

Por muchos años han quedado inmóviles en Paraguay las corrientes sociales, descansando sobre los dogmas que impuso la dictadura. Esos movimientos humanos, pujantes hacia el desarrollo, hacia un nuevo estado de bienestar, mejor que el de hoy pero peor que el de mañana, permanecieron quietos por tanto tiempo que ya creemos de que no deberían moverse. Molestan.

"Para qué lo que reclaman estos estudiantes? Las cosas son luego así", "La corrupción ningo ya está instalada, no se puede luego hacer nada", "Los pupitres del colegio siempre están rotos... No sé por qué lo que les molesta tanto si ésta es no más luego una escuela pública", "Los colectivos son chatarra, y así no más luego van a permanecer, si no se puede luego cambiar eso", y quién sabe cuántas otras frases célebres.
Éste es el repertorio de una generación pasada, amoldada, domesticada, resignada. Escucharlo de labios de gente mayor no me molesta. Existen, gracias a Dios, excepciones a esto; personas de edad avanzada que conservan su idealismo hasta el final. Pero lo cierto es que gran parte de los adultos prefieren permanecer en la quietud y tranquilidad de sus casas, tomar su tereré, disfrutar de la cosecha de su vida, y esperar a que pasen los años así.


Pero escuchar estas frases de boca de un joven es muy duro. Es lamentable ver que alguien que puede soñar, vibrar, entusiasmarse, enamorarse, y tiene toda la vida por delante, ya se haya resignado a lo que ve, lo que existe, lo que hay, y se sacó sus ideales antes de entrar por la puerta de su existencia, para no ensuciar el piso de la mediocridad en la que vive el resto de la sociedad.

Sueño con un Paraguay nuevo, distinto, mejor. Pero no sirve de nada cambiar los colectivos o cambiar los pupitres de los colegios, si seguimos siendo los mismos de siempre. Es más! No cambiarán jamás ni unos ni otros si nosotros, jóvenes de cuerpo y alma, no cambiamos primero, si nosotros no nos revolucionamos internamente, si no nos rebelamos contra nuestra propia situación actual, sea buena o sea mala, porque siempre puede ser mejor.
Ya lo decía Blaise Pascal, en otras épocas, y seguimos siendo los mismos: "No creo en las revoluciones que cambian el orden de las cosas y no cambian el corazón del hombre".

Paraguay necesita jóvenes, no sólo de edad.
Existe acaso algún mérito en llamarnos jóvenes sólo por el hecho de tener pocos años? No actuamos a veces acaso con el conformismo -y hasta pesimismo- de un anciano? Dónde quedaron los ideales de una frondosa generación que carga sobre sus hombros el "somos el futuro de la nación" sin pensar siquiera a dónde quieren estar en ese futuro?
No, no es suficiente con tener una fecha de nacimiento muy cercana como para desencadenar toda una revolución en Paraguay y cambiar de una buena vez y para siempre este hermoso país.
Hace falta más!

Decía José Ingenieros:
"Cada vez que una generación envejece y reemplaza su ideario por bastardeados apetitos, la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia. En esa hora deben los jóvenes empuñar la antorcha y pronunciar el Verbo: es su misión renovar el mundo moral y en ellos ponen sus esperanzas los pueblos que anhelan ensanchar los cimientos de la justicia."

No les parece, amigas y amigos, que ha llegado el momento en que debemos dejar de mirar solamente lo que nos muestran, dejar de aprender solamente lo que nos enseñan y dejar de vivir solamente lo que nos permiten?
Somos parte de una sociedad que se ha quedado en el tiempo, que ha dejado de avanzar, que añora lo de ayer, pero que no sueña con lo de mañana.
Seguir el camino que nos han trazado es lo que de nosotros se espera. Pero yo sé que podemos más.

Hemos olvidado nuestra cultura, liquidado nuestras tierras y nuestros bosques, reemplazamos las buenas costumbres por el clientelismo político, la hospitalidad se ve solamente cuando existe algo que recibir a cambio, cerramos las puertas y ventanas de nuestra casa y alzamos altas murallas por miedo a que nos desvalijen.
Pero pensar en eso sólo nos trae recuerdos de un ayer que ya pasó.
Y estoy seguro que el hoy que nos regalaron no nos gusta.
No lo hemos hecho nosotros. Aquellos que permitieron caer la estantería hasta dejarla como está nos dictan hoy cátedras de lo que se puede y no se puede hacer.
Les haremos acaso caso? Tienen autoridad moral para mostrarnos cómo hacer las cosas? Han dejado algún legado que despierte admiración o nos inspire a la imitación? En absoluto! Lo único que recibimos son malos hábitos y antivalores.

Es por eso que hoy necesitamos de más jóvenes.
"La energía juvenil crea la grandeza moral de los pueblos. Cada generación debe llegar como ola vigorosa a romperse contra la mole del pasado para hermosear la historia con el iris de nuevos ideales; juventud que no embiste, es peso muerto para el progreso de su pueblo." (José Ingenieros)

Necesitamos romper con las ataduras del "no se puede".
Olvidemos el pasado que ya fue. Y aceptemos el presente que ya está. Programemos el futuro! Mente abierta, puños cerrados y mirada en alto, dispuestos a romper cualquier barrera que se interponga en nuestra vía, porque es adelante a donde queremos ir, y son muchos los que nos van a querer frenar.
Yo sueño con un país sin corrupción, un país justo, un país rico, próspero y equitativo, un país que sea de cada uno. Yo sueño.
Pero me despierto cada mañana dispuesto a empezar conmigo mismo.
Despertarían, amigas y amigos, sus ideales dormidos y harían su parte?

viernes, 12 de agosto de 2011

Qué es valioso para ustedes?


Cuando me inicié en el estudio de la Economía, hace ya algunos años, la malla curricular contenía una materia llamada "Teoría Económica".
Nunca me caractericé por ser buen memorista. Antes bien procuraba internalizar los conceptos y tomar postura frente a ellos, sea que me agradaran o no. Y la mayoría de las veces con una visión crítica y algo reformadora.
Recuerdo de ese entonces que uno de los temas que más me conflictuó era el de la utilidad.

La utilidad, según la Economía académica de hoy en día, dice que "cada consumidor tiene, dentro de su cabeza, un medidor de la utilidad que mide lo feliz que es" cuando consume un bien o servicio (del libro Economía de Fischer/Dornbusch/Schmalensee). Esa utilidad es decreciente conforme la persona consuma más unidades del bien o servicio en cuestión.
Simplificando, yo diría que una gaseosa me proporciona tres segundos de escalofríos en el primer trago, seguido de un "ah!". Sin embargo, cuando beba el segundo, tercero y cuarto tragos, esos escalofríos bajarán a dos segundos nada más y ya desaparecerá el "ah!". Entre el quinto trago y el décimo puede que sea solamente un segundo de escalofríos, y finalmente pasado ese número ya desaparecerán.
Pues bien, la cantidad de escalofríos denotan mi felicidad por consumir el bien, y por lo tanto, la utilidad que ese bien me brinda.

Es aquí donde entra mi cuestionamiento: estamos en lo correcto cuando ponemos el calificativo de útil a algo y le otorgamos valor, simplemente porque produce placer o felicidad cuando es consumido?

Vamos a suponer que un joven A dispone de Gs.500.000 en su billetera y, como es viernes, decide salir.
Esa noche, se gasta todo el dinero en la entrada de la disco, en tomarse como cincuenta cervezas, y en hacerse el Don Juan invitando a todas las chicas un trago. Es el ídolo de la fiesta.
Según la economía académica, este muchacho obtuvo una altísima utilidad de su dinero, que le rindió vaya uno a saber cuántos escalofriantes besos esa noche (y  una larga resaca al día siguiente).

Supongamos ahora que un joven B trabaja en esa discoteca donde nuestro anterior personaje se rifó todo lo que tenía, y que justamente, antes de salir del trabajo, recibe esos mismos Gs.500.000 en concepto de pago por esa noche de trabajo.
Al día siguiente va al instituto donde estudia informática y paga su cuota. (Personalmente, creo que pocas cosas han de haber menos escalofriantes que pagar cuentas.)
Y efectivamente, al efectuar el desembolso, no experimenta ningún tipo de sensación dérmica que le diga "que feliz estoy!".

Cuál de los dos casos creen ustedes, amigas y amigos, que fue más útil?

El concepto de utilidad está totalmente vinculado a una valoración cortoplacista, hedonista e individualista.
Y el valor de las cosas depende siempre, y en esto sí coincido con la economía académica, de esa utilidad que las personas le otorgan.

Quisiera proponer que ampliemos esa visión.
Dónde está el valor y la utilidad de las cosas en el mediano y largo plazo?

El dinero que hoy gaste en una fiesta raramente a mí me otorgará un beneficio, más allá del tiempo que dure esa ocasión. Tal vez otorgue yo un beneficio a otra persona (como el vendedor de la barra) que gracias a mí cobrará el salario y pagará su cuota, pero finalmente, en el mediano y en el largo plazo, la utilidad para mí mismo ha sido bajísima.
Aquel dinero que, sin embargo, invierta yo en mi educación, me otorgará a mí directamente un beneficio en el mediano y en el largo plazo. Significará mayores salarios (en caso que sea un empleado) o más preparación e iniciativa (en caso de ser un profesional independiente), ya que conocemos globalmente que la inversión en educación es la que hace que los pueblos avancen y se desarrollen.

Cómo medir el valor y la utilidad según los conceptos que les acabo de pasar? Únicamente realizando un estudio de casos generalizado, acompañando historias de vida de muchas y muchas personas, y concluyéndolas finalmente en un indicador y una escala de valores, según los cuales, algunas inversiones serán poco útiles en el corto plazo (por ejemplo, gastos realizados en salud, en compra de herramientas o equipos, etc.) pero desequilibrantemente útiles cuando se mira el largo plazo.

Complementemos la utilidad subjetiva que nos propone la economía actualmente con la utilidad objetiva de los bienes o servicios.
Qué piensan ustedes, amigos y amigas?

viernes, 22 de julio de 2011

Vocaciones que sirvan sinceramente al Paraguay

Durante mi tiempo de seminarista, el Maestro de Novicios nos enseñó que Dios actúa con énfasis en ciertos momentos de la historia, generando un salto cualitativo en el crecimiento de una persona o de una comunidad. Esas ocasiones, en las cuales el Espíritu Santo irrumpe, se llaman Kairós.
Independientemente de la religión (o la ausencia de ella), cada uno tiene un listado de diez a veinte eventos específicos que hicieron que nuestra vida sea la que es. Nos marcaron. Dejaron una huella en nosotros. Y nuestra vida ya no fue la misma después de eso. Dimos ese salto cualitativo.
Para algunos son conversaciones. Para otros, el vínculo con alguien (o el haber tenido que desvincularse, en el caso de que haya habido una partida de un ser querido). Tal vez incluso experiencias de fe.

Para mí hubo un antes y un después de haber leído este texto. Se titula "Sobre política y jardinería".


De todas las vocaciones, la política es la más noble. Vocación, del latín "vocare", significa "llamado". La vocación es un llamado interior de amor: llamado de amor por un "hacer". En lugar de ese "hacer", el vocacionado quiere "hacer el amor" con el mundo. Psicología de amante: lo haría, incluso si no ganara nada.


Política" viene de "polis", "ciudad". La ciudad era para los griegos, un espacio seguro, ordenado y tranquilo, donde los hombres podían dedicarse a la búsqueda de la felicidad. El político sería aquél que cuidaría ese espacio. La vocación política, por lo tanto, estaría al servicio de la felicidad de los habitantes de la ciudad.


Tal vez porque eran nómadas en el desierto, los hebreos no soñaban con ciudades, soñaban con jardines. Quien vive en el desierto sueña con los oasis. Dios no creó una ciudad. Él creó un jardín. Si le preguntáramos a un profeta hebreo, "¿qué es la política?", él nos respondería, "el arte de la jardinería aplicado a los asuntos públicos".


El político por vocación es un apasionado por el gran jardín para todos. Su amor es tan grande que él renuncia al pequeño jardín que podría plantar para sí mismo. ¿De qué sirve un pequeño jardín si a su alrededor está el desierto? Es necesario que todo el desierto se convierta en jardín.


Amo mi vocación, que es escribir. La literatura es una vocación hermosa y débil. El escritor tiene amor, pero no tiene poder. Pero el político tiene. Un político de vocación es un poeta fuerte: él tiene el poder para transformar poemas sobre jardines en jardines reales. La vocación política es convertir los sueños en realidad. Es una vocación tan feliz que Platón sugirió que los políticos no necesitarían poseer nada, que les sería suficiente el gran jardín para todos. Sería indigno que el jardinero tuviese un espacio privilegiado, mejor y diferente al espacio ocupado por todos. Conocí y conozco muchos políticos por vocación. Su vida fue y sigue siendo un motivo de esperanza.


Vocación es diferente a profesión. En la vocación la persona encuentra la felicidad en la propia acción. El placer de la profesión no está en la acción. El placer está en la ganancia que de ella se deriva. El hombre movido por la vocación es un amante. Hace el amor con la persona amada por la alegría de hacer el amor. El profesional no ama a la mujer. Él ama el dinero que recibe de ella. Es un "prostituto".


Todas las vocaciones se pueden transformar en profesiones. El jardinero por vocación ama el jardín de todos. El jardinero de profesión utiliza el jardín de todos para construir su jardín privado, aunque, para que esto ocurra, a su alrededor aumenten el desierto y el sufrimiento.


Así es la política. Son muchos los políticos profesionales. Puedo entonces enunciar mi segunda tesis: de todas las profesiones, la profesión política es la más vil. Lo que explica el desencanto total del pueblo hacia la política. Guimarães Rosa, preguntado por Günter Lorenz si él se consideraba político, respondió: "Yo nunca podría ser político con toda esa charlatanería de la realidad... A diferencia de los 'legítimos' políticos, creo en el hombre y le deseo un futuro. El político piensa solamente en minutos. Soy escritor y pienso en eternidades. Yo pienso en la resurrección del hombre". Quien piensa en minutos no tiene paciencia para plantar árboles. Un árbol tarda muchos años en crecer. Es más rentable cortarlos.


Nuestro futuro depende de esta lucha entre políticos por vocación y políticos por profesión. Lo triste es que muchos que sienten el llamado de la política no tienen el coraje de responderlo, por miedo a la vergüenza de ser confundidos con los "prostitutos" y de tener que convivir con "prostitutos".


Escribo para ustedes, jóvenes, para seducirlos hacia la vocación política. Tal vez haya jardineros dormidos dentro de ustedes. Escuchar el llamado de la vocación es difícil porque está perturbado por el griterío de las elecciones esperadas, normales, medicina, ingeniería, informática, derecho, ciencias. Todas ellas legítimas, siempre y cuando sean una vocación. Pero todas ellas limitantes: los pondrán en un pequeño rincón del jardín, muy distante del lugar donde se decide el destino del jardín. No sería mucho más fascinante participar de los destinos del jardín?


Acabamos de celebrar los 500 años del descubrimiento del Brasil. Los descubridores, al llegar, no encontraron un jardín. Encontraron una selva. La selva no es un jardín. Selvas son crueles e insensibles, indiferentes al sufrimiento y a la muerte. Una selva es una parte de la naturaleza todavía no tocada por manos humanas. Aquella selva podía haber sido transformada en un jardín. No lo fue. Los que actuaron sobre ella no eran jardineros. Eran leñadores y madereros. Y fue así que la selva, que podía haberse convertido en jardín para la felicidad de todos, se transformó en desiertos salpicados de lujuriosos jardines privados donde unos pocos encontraron vida y placer.


Hay descubrimientos de orígenes. Más bellos son los descubrimientos de destinos. Quizás, entonces, si los políticos por vocación se apoderaran del jardín, podríamos empezar a trazar un nuevo destino. Entonces, en lugar de desiertos y jardines privados, tendríamos un gran jardín para todos, obra de hombres que tuvieron el amor y la paciencia para plantar árboles a cuya sombra nunca se sentarían.

Rubem Alves
(Folha de S. Paulo, Tendencias y Debates, 19/05/2000)


Me tomé el esfuerzo de traducirlo para poder compartirlo con ustedes, amigas y amigos.

Me siento identificado con este texto porque siento que mi misión en la vida es despertar.
Personalmente, no me molesta que la gente no esté de acuerdo conmigo. Ni tampoco necesito que imperiosamente acompañen mis ideas u opiniones. Más bien me desespera la indiferencia. Prefiero que me contradigan de frente y con argumentos, que me hagan cambiar de postura, o que me dejen cambiar las suyas. O en su defecto que nos expongamos las propias mutuamente y terminemos en un sabio "lleguemos a un consenso". Pero el tibio "ni ahí" es para mí como una estocada en el corazón.

Las cosas fueron creadas para ser mejoradas. Nacieron para crecer, mutar, evolucionar.
No existe el "así estamos bien".
Quien es indiferente se estanca. Y el que se estanca no permanece inmóvil. Retrocede. Se hunde.

Es tiempo que llegue una nueva primavera al Paraguay.
Se animan a despertar a los jardineros y jardineras? A los propios, que están durmiendo dentro nuestro, frutos de una sociedad indiferente consigo misma.
Se animan a hacer ustedes su propio camino hacia ese jardín para todos? Nadie puede obligarnos. La decisión es de cada uno.
Se animan a desafiar a los madereros y leñadores, aunque parezcan rudos, peligrosos y malolientes? Acaso pueden las cadenas externas ser tan fuertes como para encarcelar nuestros sueños?

Recuerdo un diálogo de la película "Corazón Valiente", dicho por William Wallace en el momento previo a una batalla, ya con las tropas enemigas en formación enfrente. Con esto quiero manifestarles la secreta intención que tengo de que despierten sus vocaciones:


"Sí, pueden huir, y vivirán. Al menos por un tiempo. Y llegado el momento, yaciendo en sus camas en lecho de muerte, de aquí  a muchos años, desearán tener una oportunidad —sólo una oportunidad!— de volver a este campo de batalla y decirle al enemigo que puede puede llegar a quitarnos la vida, pero jamás podrá quitarnos nuestra libertad".

Paraguay nos necesita.

lunes, 18 de julio de 2011

Una perspectiva sobre la pobreza y los pobres

Educado por mi entorno, desde niño aprendí a describir a la pobreza como la situación económica en la cual los recursos financieros de una persona no son los suficientes para satisfacer sus necesidades.
Algo muy parecido nos ofrece la Real Academia Española, cuando se refiere al pobre como a un "necesitado, que no tiene lo necesario para vivir".

Más de dos décadas tuvieron que pasarse para que pudiera hacer mi propio análisis y dar mi visión personal sobre lo que entiendo por pobreza.

Revisar conceptos aprendidos no es tan simple como sentarse y decir "a ver, qué puedo cambiar hoy de lo que aprendí cuando niño?".
Uno no toma esas decisiones. Suceden.
Los aprendizajes se dan por vivencias, por confrontaciones con la realidad, por chocar contra algo que uno realmente no esperaba, porque la sociedad no le había enseñado a uno que las cosas fueran de esa forma.

En diciembre de 2008, en mi incesante búsqueda por nuevos caminos para hacer un Paraguay diferente, encontré en el entonces popular Orkut una publicidad de una construcción de Un Techo para mi País. Eran 14 viviendas de emergencia que serían construidas.
No tenía idea de qué ONG era ésa, no sabía dónde era la construcción (pensaba que era en Ciudad del Este), desconocía quiénes formaban parte de la organización. Pero me lancé a la aventura. Escribí un mail a la dirección de correo que figuraba en el diseño, y preparé espíritu y maletas para una experiencia que no sabíasería mucho más marcante de lo que yo me hubiese esperado.

Y finalmente heme aquí escribiéndoles sobre lo que entiendo hoy por pobreza; lo que es y lo que incide en su existencia.

Es pobre aquél a quien le faltan los recursos económicos? Sí, lo es.
Es pobre quien pasa necesidades y no tiene cómo satisfacerlas? Sí, lo es.
Sólo que ésta es una visión demasiado estática y momentánea.
Si miramos un poco más el fenómeno, nos daremos cuenta de que la pobreza no es tan simple de describir como las sentencias iniciales del artículo.

Vamos a suponer que somos personas de clase media alta. Nunca pasamos necesidades demasiado importantes. Trabajamos, estudiamos, participamos de la vida social, viajamos, y realizamos varias otras actividades frecuentes de una vida estándar (de la clase a la cual hipotéticamente pertenecemos, por supuesto).
Se enferma un familiar directo y nuestra familia gasta todo lo que tiene, empeñando hasta los haberes materiales, con tal de poder salvar al ser querido.
Nuestra familia queda en la calle, con la misma cantidad de dinero que los pobres a quienes describíamos al inicio del artículo.

Creen ustedes, amigas y amigos, que si eso sucediera, podríamos clasificarnos como pobres, al igual que los demás? Qué diferencias existirían entre nosotros, "nuevos" pobres, y los "naturalmente" pobres?

La verdad es que no podríamos compararnos. Y ello surge de tres puntos de divergencia:

El primero son los conocimientos.
El nivel de instrucción que una persona de clase más elevada puede alcanzar voluntaria o involuntariamentesupera ampliamente en cantidad y calidad a los que acceden los miembros del segundo grupo.
La graduación universitaria, o en su defecto la secundaria, son prácticamente un denominador común entre círculos de mayor poder adquisitivo. En los de menor, por supuesto, muy raros de encontrar.

El segundo, la experiencia.
Habría que analizar este tópico desde dos puntos de vista.
Por un lado, la experiencia se refiere a haberse enriquecido, haber generado riqueza. El que ya lo logró una vez, puede volver a hacerlo. Sabe qué cosas hacer y cuáles no.
Y por otro lado, esa experiencia se refiere a haber sido rico. El que ya estuvo allí, se acostumbró, lo disfrutó, y no se conformará con su nuevo estilo de vida. Buscará naturalmente escalar de nuevo.

Y finalmente el tercer punto, y demasiado importante, son los contactos.
Quién, perteneciente a los círculos de clase media alta, tiene como amigos a personas en situación de pobreza, sin haberlo buscado? No se dan esos encuentros tan naturalmente. Si alguno tiene conocidos o amigos entre los pobres, son casi siempre en poca cantidad, comparativamente con los demás.
Los pobres tienen pocas oportunidades de generar lazos afectivos con gente más acaudalada.
Sin embargo, alguno que se haya movido en los grupos con buen pasar, obviamente ya tiene hechos los vínculos. Aunque su situación económica empeore, y aunque algunos de esos amigos no sean auténticos y se la nieguen, la gran mayoría estará dispuesta a tender una mano al que se la pida.

Es por todo lo anterior que, al conceptuar la pobreza como uno de los problemas sociales con más incidencia en la situación actual del Paraguay, no podemos perder de vista que, si bien el poder económico de los pobres puede y debe mejorar, si no tocamos estas tres variables de la ecuación Pobreza, no lograremos resultado alguno que sea sostenible.

Y, por otro lado, conociendo la realidad en la que se mueven los pobres, y especialmente los que viven en extrema pobreza, le doy la razón a la frase que dice que "son pobres porque quieren", pero desde otro punto de vista.
Cómo acaso podemos esperar que alguien que no tiene absoluta idea de lo que es comer cuatro platos al día, despertarse bajo un techo seguro, movilizarse sobre cuatro ruedas, leer y escribir fluidamente, manejar ahorros y finanzas personales, cómo nos atrevemos a exigirle que deje de ser pobre por decisión propia? Nunca conoció nada más que su choza!

Pongamos un esfuerzo, amigos y amigas, en valorarlos en sus esfuerzos, aunque para muchos parezcan poca cosa. Una persona que salga de la pobreza por mérito propio se compara con cualquiera de nosotros, lectores hábiles y con acceso a internet, que llegue a concretar sueños que parecen inalcanzables.

viernes, 15 de julio de 2011

Nuestro destino: nuestra decisión

Nunca les pasó, en esos momentos difíciles cuando las cosas parecen salir mal una y otra vez, que parece que nos persigue una nube negra y uno empieza a sentirse presa de la mala suerte?
No nos sucedió que, mientras todo lo que emprendemos fracasa, empezamos a pensar a quién o a qué culpar de nuestra desazón?
No es cierto acaso que la reacción natural es la de victimizarse uno frente a los hechos?

Es en esos ratos cuando uno encuentra consuelo, estímulo y una fuerte reprimenda en palabras como éstas:

Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú has hecho
lo que querías en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre
surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,
enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra, es el resultado de tus actos
y prueba que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro,
acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar
y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado
así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes,
de quien no acepta situaciones,
de quien vivirá a pesar de todo,
piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo
y tus problemas, sin eliminarlos, morirán.

Aprende a nacer desde el dolor
y a ser más grande que el más grande de los obstáculos,
mírate en el espejo de ti mismo
y serás libre y fuerte
y dejarás de ser un títere de las circunstancias
porque tú mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida;
nunca pienses en la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda

Les invito a que no lean esas hermosas palabras como si fuera el poeta quien les está hablando. Más bien, léanselas a ustedes mismos frente al espejo, hablándole cara a cara a esa persona que está parada enfrente, y hagan propia cada letra, cada frase. Somos nosotros mismos los que nos estamos hablando.
Háganlo con este poema, con otro, o con palabras propias.

Nosotros somos los autores de nuestro destino. Nosotros decidimos a dónde queremos llegar y cómo queremos hacerlo. De todo lo que ya alcanzamos, podemos mucho más. Nunca es tarde para empezar un nuevo camino, y siempre es oportuno darnos nuevas chances.
Las oportunidades se le presentan para quien está atento y entrenado para aprovechar las situaciones.
Un abrazo a todos, amigas y amigos!

martes, 5 de julio de 2011

Como cada año...

Si existen algunas características que resaltan en nosotros los paraguayos —lastimosamente— son la improvisación, la búsqueda de soluciones rápidas a cosas urgentes, y la mala memoria. Existen muchos otros rasgos distintivos de carácter positivo, pero hoy quiero hablar de estos tres.

Hace un par de semanas cayó nuevamente el frío y duro invierno.
Personalmente, amo el verano. Pero ya es cuestión asumida que, todos los años, debo desempolvar las camperas, frazadas, gorras y guantes para "sobrevivir" estos meses.
Yo ya lo sé. Ya lo programé en mi agenda del año y no me sorprende cada vez que llega.
Y puedo asegurar que a cada uno de ustedes, amigas y amigos míos, tampoco.

Cómo es posible entonces que cada año, con la llegada del invierno, como país, nos tome desprevenidos?
Cómo es posible que tanta gente siga pasando el frío durísimo en las calles (si es que la intención del gobierno fuera salvaguardarlos de las bajas temperaturas) y "a última hora" nos enteremos de que existen locales para abrigar a la gente?
Cómo es posible que nosotros, ciudadanos, sobre la marcha, cuando ya pasó una semana desde que empezaron las bajas temperaturas, recién empecemos a juntar ropas para la gente que necesita?
Cómo es posible que todos lo tenemos asumido individualmente en nuestros subconscientes pero no nos organizamos comunitariamente?

Por un momento olvidémonos del invierno. Abstraigamos la mente del episodio climático y preguntémonos si en algo más se repite este comportamiento. Y encontraremos muchos ejemplos. El dengue es el más palpable de ellos.

Cada año sucede lo mismo.
Nadie programa nada (o al menos, no nos lo hacen saber!). Sucede lo que todos sabíamos que sucedería, y finalmente terminamos todos buscando soluciones "parche" para los problemas.
Realmente no lo entiendo.

Yo considero que el Paraguay ha avanzado muchísimo en los últimos años —en ciertos círculos sociales— en materia de ciudadanía, en calidad humana y en la educación. Prueba de ello son todas las acciones emprendidas ciudadanamente dentro de los ámbitos político y social.
Pero no es suficiente.
No basta con decir: "Uf! Ya pasó lo peor! Por suerte no murió tanta gente como el año pasado."
Qué consuelo mediocre!

Por eso, porque sé que ustedes tampoco se conforman con esa frase, quisiera proponerles algo.
Qué les parece si en octubre nos reunimos, amigas y amigos, ciudadanos comunes que no tendríamos que tener que estar preocupándonos con estos problemas (porque a otra gente efectivamente se le paga para hacerlo), nos sentamos y nos organizamos para el próximo año?
Conozco demasiadas organizaciones. De dos de ellas hago parte activa. Pero tengo contactos con tantas otras. Conozco también a grupos religiosos, asociaciones, fundaciones, y tantas otras personas no agremiadas que buscan hacer algo por nuestra comunidad.
Me gustaría que reserven varios días en ese mes para coordinar proyectos en conjunto.

Yo creo que si nos ponemos de acuerdo entre todos en acciones concretas, y no lo hacemos "cuando las papas queman", podemos dar inicio a un plan anual de colaboración entre toda la ciudadanía que puede solucionar problemas serios de una vez y para siempre.
Se animarían?

domingo, 22 de mayo de 2011

Planifiquemos, cumplamos y logremos!

"Cuida muy bien de tu futuro.
Es en él donde pasarás el resto de tu vida".

Siempre que se habla del futuro de la nación, pienso en los niños. Pienso en su salud, su educación y en las oportunidades que se les ofrece.
Cómo podemos pretender dejarles un futuro prometedor a nuestros hijos, si estamos "comiéndonos la cola"? Si hoy estamos despilfarrando recursos escasos que son preciosos cuando se piensa a largo plazo? Si estamos hipotecando el país?

"Quién sería capaz de dar una piedra a su hijo cuando éste le pide un pan?
O una culebra cuando le pide un pescado?"

Son esas las cosas que yo me pregunto cuando veo a mis compatriotas viviendo para el día, sólo pensando en lo que van a comer hoy, en lo que van a tomar hoy, en lo que van a disfrutar hoy. Mañana es una materia desconocida.

Cómo es que llegamos hasta esta situación? Qué sucedió históricamente que nos hizo tan dejados y poco previsores?

Yo no me creo el cuento cuando dicen que, porque los guaraníes sólo se preocupaban en qué comer día a día, por eso nosotros somos improvisados.
No creo que Don José Gaspar Rodríguez de Francia, hijo de esta tierra como nosotros, haya construido tanta riqueza en el Paraguay pensando de esa manera, y mucho menos que lo haya hecho él solo. Más gente, estoy seguro, pensaba como él.
Tampoco me imagino a nuestros López, padre e hijo, dejando el futuro al azar, sobre todo viendo los avances que hicieron para la época. Y de que los previsores eran solamente ellos, tampoco me lo creo. Habrán tenido un pueblo entero haciéndolo con ellos.
Que si veo a nuestros gobernantes y jefes militares de la pre-guerra y la guerra del Chaco improvisando? No! Más bien me los imagino construyendo un país a medida, sabiendo muy bien lo que hacían. No en vano luchamos esas batallas con estrategias que fueron de vanguardia e hicimos retroceder a las tropas enemigas a la fuerza de nuestra preparación.
Reitero: no siempre fuimos tan poco previsores.

Las razones que nos trajeron hasta este punto no son demasiado importantes a los efectos de mi artículo como para ser citadas en este espacio. Serían muchas elucubraciones que simplemente alargarían demasiado el tema. Lo importante es parar, mirar la realidad críticamente, decidir mejorar, y finalmente hacerlo!

Lo que sucede hoy es de hoy, y podemos volver a ser lo que fuimos ayer.
Es más: podemos ser mucho mejores que lo que fuimos en el pasado. Ser más ricos que lo que fuimos ayer, con Rodríguez de Francia, comparándonos con las riquezas de los otros países por aquellos años. Podemos ser más modernos que lo que fuimos de la mano de los López, mirando lo que era el mundo en ese entonces. Podemos ser más planificadoresmejores estrategas que lo fueron en la década de 1940. Ser más grandes que lo que fuimos antaño! Sólo tenemos que animarnos a planificar. Soñar con los ojos abiertos, decidir, escribir, corregir, pero sobre todo actuar.

Y hay más. Debemos iniciar un trabajo personal y comunitario que nos eduque en ser firmes y mantener el rumbo, más allá de nuestro estado de ánimo.
Somos una raza que se guía mucho por sus ganas del momento. Y eso simplemente habla de nuestra debilidad de carácter, de nuestra falta de persistencia y de nuestra inestabilidad.
Debemos empezar a dar la palabra y mantenerla, al precio de nuestro propio honor, más allá de que lo que prometimos ayer nos gustaba y hoy puede que ya no.

La planificación y la constancia finalmente son todo en el camino al desarrollo.

Lastimosamente debo golpearme el pecho con ustedes, amigos y amigas, y reconocer que soy uno de los que están siendo referenciados en este artículo.
Pero he tomado decisiones.
Y si les escribo esto, es porque creo firmemente en ello, opté por hacerlo, y estoy iniciando mis ejercicios de carácter.

Quisiera por eso invitarles a que puedan tomar esta decisión conmigo. Y que lo hagan donde yo aprendí: en la JCI.

La JCI es una ONG de jóvenes de entre 18 y 40 años, presente en más de 100 países en el mundo y con casi 200 mil jóvenes en sus filas. Somos ciudadanos activos que trabajamos para crear cambios positivos en nuestras comunidades.
Y no se trata sólo de hacerlo, sino de cómo hacerlo también.
Y la JCI nos enseña.

Si les interesaría conocer un poco más sobre quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos, contacten conmigo. Será un gusto recibirles, amigos y amigas!

www.jci.cc
jci.cde@gmail.com
0983 603122 / 0973 878310

jueves, 19 de mayo de 2011

Anexo 1: "Paraguay: un Proyecto País"

Mucho me alegra que hayan surgido opiniones acerca de este tema que tanto nos preocupa, sean a favor o en contra de la propuesta que he hecho en mi anterior artículo: "Paraguay: un Proyecto País". Son discusiones sanas sobre nuestro futuro económico, cimiento de nuestra realidad socio-cultural, educativa y espiritual. Todo en una comunidad se ve cimentado en el progreso o el retroceso económico.

Dicho lo anterior, me permito escribir lo siguiente, siempre en un espíritu de apertura y diálogo crítico (hasta conmigo mismo!):

  1. Las ideas surgidas en el debate son importantes para ir construyendo una sola gran idea, fruto del consenso de la mayoría. Por lo tanto, si hay partes que no les parecen correctas o ideales, es importante aportarlas para llegar a ese punto en común.
  2. Las propuestas que se hacen de correcciones, sean del tema que sean, es bueno que se hagan bajo fundamentos, no sólo bajo estereotipos o dogmas que cada uno lleva. 
  3. Las ideas que se plantean en dicho artículo difieren en muchos casos de la concepción usual en la cual suelen ser puestas sobre el tapete. Y es a propósito. Muchas veces estamos cerrados a una sola forma de verlas, y hace falta, para poder corregirlas, mirarlas desde otro ángulo, ver que de otra manera también pueden ser aplicadas. Ello no significa, por lo tanto, que tengan que ser hechas tal cual están escritas allí. Pueden verse otras formas o estilos, pero lo importante es romper el esquema mental.
  4. El Paraguay viene hace 200 años practicando (o diciendo que practica) muchas de las cosas que se plantearon en contra de las ideas que propuse. Sobre educar a la gente en el campo? Sobre darles oportunidades en su propio lugar? Sobre mejorar el nivel de vida que tienen sin que salgan de allí? No es eso acaso lo que todos los gobiernos dicen que hacen? Hay algún resultado visible de mejoría después de dos centurias de intentarlo? Yo personalmente no veo mucho. Creo que es hora de rever posturas en cuánto a si lo que nosotros CREEMOS que los campesinos quieren ES realmente lo que ellos quieren.
  5. Sobre la emigración desde el campo yo pregunto algo: cuántos habitantes tiene un pueblo cualquiera en el campo? Cuántos habitantes tenía hace 10 años? Cuántos tenía hace 25 años? Muy poco crecimiento van a encontrar. Y no es porque la gente allí no tenga hijos. Se van a sorprender cómo la emigración se da naturalmente, sin que nosotros la provoquemos. Existe en muy pocos casos tal arraigo a la tierra natal que algunos sostuvieron. Al contrario, las que crecieron son las pequeñas ciudades del interior: Caazapá, San Ignacio, Villarrica, Coronel Oviedo, Concepción, San Pedro, Horqueta, Caaguazú, Fram, Campo 9, entre otras. La gente del campo busca oportunidades en las ciudades.  Miremos el cuadro que presento a continuación y lo veremos claramente retratado. Las columnas son siempre, para cada comparativo, crecimiento de población rural a la izquierda y de población urbana a la derecha. Solamente está pintado el mayor de ambos, de verde, en el caso de que el campo haya crecido más que las ciudades, y de gris, en el caso de que el crecimiento urbano haya superado al rural.En el último periodo son las ciudades las que crecieron. El campo lo hizo muy poco.
  6. Cuando hablamos de elegir ciudades estratégicamente no nos referimos a las que tienen ya vida propia, como Asunción, Ciudad del Este, Encarnación o Pedro Juan Caballero. Esas ciudades ya no necesitan ningún tipo de inmigración. Su actividad económica ya está marcada por algún rubro que las hizo crecer naturalmente. Tendrán sus propios problemas y necesitarán otro tipo de respuesta. Las que tienen que ser elegidas son las que cité en el punto 5., que sí necesitan apoyo para generar actividad económica que dé de comer, ciuden de la salud y eduquen a toda la masa de gente que se muda a vivir en ellas.

domingo, 15 de mayo de 2011

Paraguay: un Proyecto País

Una de las cosas que siempre me pregunto es sobre por qué ―sea a nivel personal, en el núcleo familiar, en nuestro entorno social o comunitariamente― debemos aceptar las cosas que tenemos o que hacemos tal cual son, y no encararlas como algo que ahora es bueno, pero que puede ser perfeccionable a futuro; algo para lo cual fuimos llamados a aportar.
Y me refiero ahora más concretamente a las normas, las estructuras y las costumbres. Por qué hay que seguirlas tal cual nos las enseñaron?

Por favor, no me malentiendan: no digo que hay que rechazarlas. No se trata de derribar todo el muro y querer luego colocar el siguiente ladrillo en el aire. Al contrario, debemos construir sobre lo que ya existe.

Con anterioridad escribí un artículo que trataba sobre la democracia como un sistema de trabajo sobre el cual cada nación era libre de hacer lo que quisiera. La democracia es como una cancha, donde uno decide si juega fútbol, basquetbol o voleibol, pero siempre "dentro de la cancha".

En esta oportunidad quisiera compartir unos pensamientos sobre una idea que se me ocurrió hace ya como dos años, pero que hasta ahora no pude formular. Y es sobre nuestro Modelo de Desarrollo.
Quisiera tanto que el Paraguay proponga su propio modelo, copiando todo lo bueno que exista en los demás, pero sin atarse a ellos.


Para que se entienda bien a qué me refiero, inicio con una introducción o mapa del territorio que exploraremos.

Actualmente tenemos, nos guste o no, un modelo agroexportador y ganadero que ha sido bastante efectivo. Generó riquezas. Pero sólo para unos pocos. Sólo para los grandes terratenientes y, por supuesto, sus proveedores. Bien por ellos! Sinceramente y de corazón, espero que cada día les vaya mejor.
Pero aún nos queda mucha población en el campo que vive en la miseria, con trabajos de jornaleros que les reditúan migajas con las que deben alimentar con mandioca a un promedio de cerca de 10 hijos por familia.
Tenemos una alta migración desde el campo hacia las ciudades, justamente provocada por lo arriba citado.
Tenemos, a raíz de ello, ciudades cuyos cinturones de pobreza están aumentando día a día, año a año, y junto con ellos las tasas de mendicancia y delincuencia, además de provocar un crecimiento poblacional no planificado que empeora los servicios de educación, de salud, de agua, luz, teléfono, entre otros.
Nuestras ciudades están creciendo desordenadamente, sin ningún tipo de planificación urbana, ni de sectorizaciones entre barrios residenciales y zonas comerciales, de vialidad ni de desagües (materia pendiente en todo el país).

Ahora bien, evidentemente por algo migran nuestros campesinos hacia las ciudades. Oportunidades evidentemente hay para aquellos que no se dedican a la marginalidad.
Lastimosamente esas oportunidades son para emprendedores, no para empleados. El que se anime a iniciar algo propio, tiene altas probabilidades de salir adelante. Pero el que quiera un salario seguro bajo régimen de dependencia, difícilmente lo encontrará.


Y he aquí la idea.

Qué sucedería si el gobierno, viendo los argumentos antes citados, se decide por un número fijo de ciudades (digamos diez, para tener un número redondo) y las potencia para la inmigración campesina hacia ellas? Las planifica urbanísticamente, las dota de centros de salud y escuelas que estén a la altura de las exigencias, genera planes de incentivo a la utilización de la corriente eléctrica, bajando precios para las industrias, elabora planes especiales en lo inmobiliario para la esas industrias, abre líneas de crédito empresarial para nuevas iniciativas (sólo en esas ciudades), y otras tantas inversiones y disposiciones, que las preparen para ese crecimiento ―casi― inevitable?
Que sucedería si, en lugar de luchar en contra de la movilización de los campesinos hacia la ciudad, la promovemos?
Con esa planificacion y esas acciones, que vengan todos los que quieran a esas diez ciudades!


He aquí los beneficios.
Recuerden: siempre y cuando se realicen las acciones que cité arriba y muchas otras que surgirán de las necesidades.

En primer lugar, tendremos menos población ociosa y viviendo miserablemente en el campo. Ello implicará una mejor distribución de la riqueza de la explotación de la tierra (al bajar la oferta de mano de obra, los jornales subirán, y aquellos que estén ganando bien querrán quedarse a trabajar allí), además de una necesidad para los productores de mecanizar sus cultivos (también provocada por la mano de obra más escasa) y, por ende, un aumento de su productividad.
También traerá consigo una disminución de las marchas campesinas, cierres de rutas, avigeatos, etc., ya que se espera que disminuyan las necesidades de los moradores.

En segundo lugar, mejorará la calidad de los servicios públicos (salud, educación, agua, luz, teléfono, etc.), ya que toda la población estará concentrada en su mayoría en esas diez ciudades, lo cual posibilitará una mucho mejor utilización del presupuesto general de gastos de la nación, vertiéndose en mayor cantidad en menos lugares.
Cómo haremos en los demás pueblos con la salud?
Servicios de atención básica, y una ambulancia lista para trasladar hacia los polos de desarrollo a los que necesiten mejor atención.

En tercer lugar, disponibilizaremos una mayor cantidad de mano de obra en las ciudades, lista para empezar a trabajar en las industrias y sus fábricas.
Evidentemente ello conllevará también un gran compromiso de darles una capacitación mínima en muchas materias. Pero también es cierto que las grandes empresas inexorablemente realizan entrenamientos a todos los empleados en sus primeros tiempos de trabajo. No hace falta preocuparse tanto por los conocimientos finos; nos ocuparemos de los básicos.

En cuarto lugar, habrán mejores ciudades, ya que el crecimiento será pensado antes de que suceda.
Las vías de tránsito municipales serán apropiadas, y la calidad de las mismas será estable y regular, ya que harán parte de una planificación nacional que deberá pasar presupuesto a los municipios.
Tampoco tendremos tantas invasiones de tierra debidas a la falta de oportunidades.
Oportunistas? Siempre los habrá. No creo que nos libremos de ellos.

En quinto lugar, dará pie a tener universidades más grandes, con más equipamiento y laboratorios (serán pocas y a cada una le tocará mayor parte del presupuesto), con mayor posibilidad de generación de proyectos interdisciplinarios de investigación.

En sexto lugar, el crecimiento poblacional dentro de la ciudad traerá consigo una evidente elevación del consumo general, generando oportunidades para el comercio y los emprendimientos.

Hay muchos otros beneficios que podría citar; en conclusión, traerá al país entero un progreso enorme en poco tiempo, ya que la producción y la productividad, tanto en el campo como en la ciudad, aumentarán.


Esa es mi propuesta: despoblemos el campo hasta hacerlo económicamente viable para sus moradores y creemos polos de desarrollo en ciudades estratégicamente elegidas.
Qué me dirían, amigas y amigos, si hacemos este Proyecto País juntos?

sábado, 23 de abril de 2011

Un Nuevo Modelo que propicie el Consumo

Se hace necesario que Paraguay genere más riqueza. Necesitamos aumentar nuestro Producto Interno Bruto. Es preciso producir más.
Pero, acaso es solamente elaborar productos? Quién los comprará?
Es necesario acompañar el crecimiento del PIB con un aumento del consumo.

En la historia de la humanidad —desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días—, las tensiones, las necesidades o las preferencias hicieron que la sociedad mutara constantemente sus estructuras o sus costumbres, en la interminable búsqueda por una comunidad ideal.

Fue así que dejamos el autoabastecimiento para integrarnos en un sistema de producción masiva. El ser humano dejó de producir para el consumo propio y pasó a hacerlo para los demás.
El medio que hizo posible este avance fue la moneda.
Desde su aparición, las personas pudieron especializarse en la elaboración de aquello en lo que eran buenos y, con lo recaudado en la venta, comprarse aquello que necesitaran de lo que produjeran los otros.

Este proceso dio un salto cualitativo y cuantitativo con la invención de la máquina a vapor y su aplicación en el ámbito productivo. Fue la Revolución Industrial.
El cambio social que produjo esa revolución escapa a toda la imaginación que podamos ponerle.
De un día para el otro, empresas pequeñas, que producían en cantidades moderadas debido a la poca capacidad que les dejaba alcanzar la mano humana se vieron con una posibilidad varias veces mayor y crecieron inconmensurablemente.

Desde el punto de vista humano, la empresa moderna, con su plantel de empleados, inició así un ida y vuelta de tensiones, hasta llegar a lo que somos hoy.
Al inicio, todos trabajaban cuantas horas el empleador determinara, y a quien no le gustara, podía retirarse.
Los salarios no eran fijos; si las ventas caían, la empresa determinaba que ese mes se pagaría menos. Para el que estuviere disgustado, seguían siempre las puertas abiertas.
Existían muchos otros aspectos duros del trato al personal, que de a poco tuvieron que ir ablandándose. En primer lugar, debido a los cambios de postura que trajeron los avances en la ciencia de la administración, y luego a causa de la presión ejercida por los sindicatos, instituidos mucho tiempo después.
Como conclusión, podemos mostrar lo que actualmente conocemos: salarios regulados, rígidos hacia la baja, y una carga horaria máxima de 8 horas diarias ó 48 horas semanales.

Todo este proceso, incluida la Gran Recesión que sufrió Estados Unidos de América, cuando se replantearon varios axiomas que regían hasta entonces a la ciencia económica, terminaron por definir a oferta —la producción y los servicios—, dentro de la economía, como supeditada a la voluntad de la demanda.
Para entenderlo mejor, podemos decir que los propios empleados de las empresas, quienes finalmente necesitan comprar los bienes que producen, son los que determinan si se aumenta la producción —cuando se consume más— o se disminuye —si hay baja en el consumo o en los lujos—.
Podemos decir, por lo tanto, que si se gana más, se consume más.

Sin embargo, hay otro factor que surgió en la última centuria, y que cada vez acapara una porción más grande en la utilización de los ingresos que cada persona tiene: el entretenimiento.

La industria del entretenimiento crece y crece año tras año. Y la tendencia se mantiene.
De modo a ilustrar esto, los dos cuadros de abajo muestran datos que dan soporte a lo antes dicho.














La búsqueda por el entretenimiento se da por la existencia misma del ocio.

Si ponemos entonces sobre tela de juicio al tiempo libre —aquel que pasamos fuera del trabajo—, en la búsqueda de determinar si es bueno o no, qué podremos decir frente a estos datos? No es acaso positivo para la economía el hecho de que el hombre tenga posibilidades de invertir en su entretenimiento? Cuántos empleos genera el brindar el servicio a aquel que busca ocuparse con algo entretenido?
Que unos tengan tiempo ocioso genera actividad económica para otros.

Bajo estos supuestos y sin cambiar ningún otro factor, ya pensaron qué pasaría si la jornada laboral se reduce a 5 horas?
Para ustedes, queridos amigos y amigas, cuál sería el resultado de esa decisión? Qué tendría que ajustarse para que ese cambio en la carga horaria traiga mayor consumo?

domingo, 17 de abril de 2011

Invictos ante lo que venga!

En esta noche que me envuelve,
Negra como un abismo que cruza de polo a polo,
Agradezco a los dioses que pudieran existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de las circunstancias
Ni me he lamentado ni he llorado en voz alta.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Me acecha la oscuridad con su horror,
Y, sin embargo, la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin temores.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Ni cuántos castigos cargue a mis espaldas,
Soy el Amo de mi Destino,
Soy el Capitán de mi Alma.

No podía dejar de dedicarle algunas líneas de pensamiento propio a estas profundísimas líneas del poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903), quien, según cuenta la leyenda, en 1875 escribía este poema desde la cama de un hospital. Éste es el poema Invictus, recitado por Nelson Mandela en la película que lleva su título.

Ojalá la vida nos encuentre siempre firmes y fieles a nuestros principios, tanto en los momentos de éxito, cuando la lucha por mantener la integridad, la honestidad y la humildad sea feroz, como en aquellas circunstancias de frustración o desilusión, cuando la fe, la autoconfianza y el carisma amenacen con abandonarnos.
Siempre me he dicho que cada día que pasa es un necesario caminar hacia lo que vamos a ser y hacer en el futuro, y que de las victorias que obtengamos frente a esas adversidades hoy depende el sobreponernos a las batallas que vendrán mañana.
Deseo de todo corazón que, cuando llegue la hora de mi muerte, la gente me recuerde y diga, como le decía el Guazón a Batman: "tú sí que en verdad eres inamovible".

Les deseo a todos ustedes, amigos y amigas, que el corazón juvenil y idealista les mantenga siempre encendidos en la lucha por los sueños!
Cada vez que leo este poema, vuelve a levantarse de su siesta el adolescente que tengo en mí, y nuevamente se rebela frente al anciano que dice "no vale la pena", "es muy difícil", "estoy cansado".
Espero que cada uno pueda así también encontrar aquella palabra, canción o imagen que avive el fuego del corazón día a día en la lucha por cumplir nuestra misión de vida.

martes, 22 de febrero de 2011

Lecciones difíciles de aprender (Parte 1)

La Estadística, herramienta de la Economía, a la que dediqué mi artículo anterior, es una ciencia muy interesante y a la vez intrigante. Busca a través del estudio de eventos pasados encontrar una predicción al menos estimada de lo que sucederá en el futuro. Cierto margen de error sigue estando siempre latente, pero una cosa es cierta: sus previsiones están cimentadas en las frecuencias de hechos realmente ocurridos; y, por lo tanto, se pueden criticar su resultados pero nunca sus fundamentos.

Lo mismo sucede con nuestras vidas personales: previsión y margen de error.
Tenemos una visión estadística de nuestras actitudes y acciones pasadas, sobre las cuales proyectamos un estilo de vida y una misión personal. Ambas "pisan tierra" en nuestra más íntima verdad individual.
Quién podría empero aseverar con 100% de seguridad algo sobre su vida futura?
Tomamos decisiones en nuestras vidas aquellos que nos animamos a hacerlo! que nos obligan a adoptar ciertas posturas frente a las cosas y a actuar en consecuencia. Nos decidimos por el heroísmo, aunque estemos expuestos estadísticamente, nos guste o no a fallar alguna vez.

Es acto de pedantería, por lo tanto, hacer alarde de esas decisiones a los cuatro vientos y juzgar a los demás por sus actos o actitudes, cuando estos vayan en divergencia con esa postura.

Amigos y amigas, nadie tiene el derecho de juzgar a otros por sus actos cometidos, cuando al acusador todavía le queda tiempo de vida para comprobar que no los cometerá también.
Los caminos son tan misteriosos! Nadie puede adueñarse de la soberbia de dictar sentencia sobre actos ajenos sin exponerse al riesgo futuro de pisar sus propios juicios, en situaciones ahora tal vez impensadas.
Quién podrá decir "yo soy", con toda seguridad de no llegar nunca a ser lo que no es actualmente? Sería muy temerario e hipócrita aseverarlo y jactarse de lo que aún no ha hecho, condenando por eso a los demás con esa misma vara de soberbia.

Todos tenemos debilidades. Quien acuse a otros de débiles y les dicte cátedra, sin tener un mínimo de autocrítica pública, peca por pasarse por maestro, habiéndose ausentado en las aulas de humildad y empatía.

"La soberbia es la ceguera ante el yerro propio que impide ver el aprendizaje del acierto ajeno".

Un verdadero caballero mantiene siempre la discreción que le impone la inseguridad de su débil carne.
Gracias a esa debilidad estamos siempre alertas de no caer!
Toda nuestra vida será un constante reafirmarnos con nuestros actos de aquello que con nuestras decisiones hemos definido. Allí es donde se verá nuestra lucha real por mantener vigentes nuestros principios.

El verdadero héroe no lo es hasta morir en el campo de batalla.
Lesiones de guerra hay de a montones. Deserciones, aún más! Por decisión propia o por estar forzados por las circunstancias, muchos no llegarán hasta el final de la contienda y por lo tanto no levantarán la bandera de la victoria.
Los que hay pocos en el "campo de batalla" de la vida son los que dan la vida hasta el final.
Sobre esos sí que podemos hablar; nunca sobre nosotros mismos, que estamos en plena guerra contra nuestras debilidades!

Mañana me levantaré y miraré mi vida con otros ojos. Encontraré a todos los hombres a los que siempre he acusado, juzgado y condenado, encarnados en uno solo, encarándome a los ojos, frente al espejo. Le voy a dictar lecciones, y lo veré repitiéndomelas, palabra por palabra. Y creo que finalmente aprenderé que al primero que debo educar es a mí mismo.
Y espero finalmente descubrir que la forma de enseñar a los demás es a través del ejemplo diario, silencioso y aparentemente insignificante, pero altamente efectivo.

"Si miras a alguien hacia abajo, que sea sólo para levantarlo".

domingo, 6 de febrero de 2011

Un cambio de modelo se hace necesario...

La Economía es una ciencia apasionante.
Es increíble la cantidad de explicaciones que le puede dar a las situaciones reales que vivimos cotidianamente.
Cuando empecé a estudiarla, recuerdo entusiasmarme con lo mucho que aprendía. Todo era nuevo y exigía de mí una ruptura de paradigmas. Cosas que para mí parecían inexplicables o impredecibles, tenían una ecuación o una teoría que las describían.

Entre las muchas tesis que esta ciencia plantea, sin embargo, para mí siguen habiendo muchos vacíos y muchas incongruencias. No es una ciencia estática ni determinista. Casi todo se puede refutar.
Es sobre una de esos tantos planteamientos que propone la economía que hoy quiero hablar y hacer mi crítica: "Cavar pozos y luego volver a taparlos".

Estalla la crisis de los años '30 en EEUU. La política gubernamental respecto a la economía era "laissez faire". Si existía algún desajuste en la situación financiera nacional, los grandes teóricos decían que todo volvería a su normalidad sin necesidad de que el gobierno interviniera. La economía se auto-regularía.
El caso es que eso nunca sucedió, y el americano país sufrió la más honda crisis de su historia.
Fue entonces cuando surgió la figura de John Maynard Keynes, quien sostenía que el estado tenía una responsabilidad muy grande, y podía tener una efectiva y positiva influencia en la recuperación económica, forzando un incremento la demanda agregada (la sumatoria de toda la demanda existente en un mercado específico) a través del aumento de sus gastos. Dicho en cristiano: ante la crisis, si el gobierno gasta más, la economía se levanta más rápidamente.

Existe a este respecto una frase muy difundida, que he citado algunas líneas arriba.
Keynes decía que, en una situación de crisis, para aumentar la demanda agregada, el gobierno debía contratar un grupo de personas para "cavar pozos y luego volver a taparlos", contratando a otro grupo.

Ese pensamiento sirve de argumento para las acciones de nuestro gobierno y las de muchos otros países.
Aquí, los presupuestos son aplaudidos cuando se inflan con construcciones de carreteras y puentes por todos lados, alegando que eso es para "ayudar" a la gente.
Las inversiones en infraestructura son muy importantes al momento de proyectar el crecimiento económico de un país. Si la industria crece (y ojalá lo haga pronto en Paraguay!), necesita carreteras para poder distribuir su producción y de corriente eléctrica para poder alimentar sus maquinarias. Todo eso sólo se consigue invirtiendo hoy en obras públicas para, mañana, cuando se dé la necesidad, tenerlas disponibles.
Convenimos, por lo tanto, en que dedicar recursos a ellas es positivo.
Sin embargo, hacer esos gastos para dar empleo a la gente, pensando que de esa manera estamos generando crecimiento económico, es una "mentira piadosa".

Ayudamos a la gente? Por supuesto que sí! Al que tiene hambre, es mejor darle trabajo que darle limosna.
Pero les puedo asegurar que mañana, cuando se acabe la construcción del puente, nuestro obrero estará igual que ayer, cuando pasaba hambre.
Concluyo, por lo tanto, que no es una postura desarrollista la de invertir en obras públicas. Es un parche. Necesario, pero parche al fin.

Doy un ejemplo nada más: Itaipú Binacional.
Más de quince años de obra. En promedio, más de veinte mil de personas trabajando por año. Salarios de primer mundo.
Si hoy encuentro a alguno de esos más de veinte mil trabajadores que pasaron por allí, que vivieron una época de gloria en la economía paraguaya, en el 80% de los casos, les aseguro que su situación será exactamente igual a la de antes de empezar a trabajar allí.

La gente no sabe qué hacer con su dinero: no sabe cómo invertirlo.
Lo que hoy ganamos, hoy lo gastamos. Y me incluyo en este panorama.

El esfuerzo del gobierno no debe ser de "cavar pozos y luego volver a taparlos". Debe enfocarse en la educación hacia el ahorro y la inversión. Debe formar a sus ciudadanos, darles instrucción profesional, mostrarles cómo administrarse. Debe fomentar el emprendedurismo y la libre empresa.
Ojalá la persona que hoy está construyendo una carretera en el más recóndito lugar del país, mañana tenga una máquina de coser y empiece a hacer mochilas para los niños de su barrio que van a la escuela.
Espero que los que hoy "maman de los pechos del estado" sean los empresarios del mañana, para no ver más a un país entero pendiente de un Presupuesto General de Gastos de la Nación, que finalmente sé que será un vil engaño a nuestra inteligencia.

Todo lo que hagamos desde donde estamos para impulsar a las personas hacia emprendimientos propios, hace con que de verdad la economía tenga futuro.
Si soñás con tener una empresa propia, vos sos el que vas a cambiar este país! No los "politiqueros" de hoy.
Si trabajás como empleado hoy, ahorrá! La jubilación es un sueño en el Paraguay. Ahorrá e invertí, o en un negocio propio (no pienses sólo en comercio), o en el negocio de otra persona.
Si trabajás en algún estamento del estado, honrá tu trabajo! Somos muchos los que te pagamos el salario. Y somos muchos los que nos sentimos ofendidos y desilusionados cuando cometés o apañás actos delictivos.
Si sos maestro o docente, de vos depende esta Nación! Formate! Mostrá con tus propios actos lo que estás enseñando! Vos sos el ejemplo para niños y jóvenes con miles de sueños, que sólo buscan una luz guía para seguir!

Impulsemos todos juntos un cambio de mentalidad en Paraguay! Dejemos de ser un pueblo de mendigos, expectantes al borde de la mesa del gobierno, para ver si alguna migaja se cae y nos deja alguna moneda en el bolsillo. Es mucho más lo que podemos conseguir por nuestros propios méritos!

martes, 25 de enero de 2011

La multilingüe cultura paraguaya

Cuando tenía alrededor de siete años, mis padres me pusieron a estudiar inglés con la mamá de mi mejor amigo. Como a esa edad el tiempo parece eterno, es difícil saber realmente cuánto tiempo duraron las clases. Seis meses? Un año? Lo único que recuerdo es que hacía muy poco había aprendido a escribir. Todavía guardo la imagen de mi horrible letra de ese entonces (casi tan fea como la actual).
Y pasaron los años. Y olvidé el inglés. Borré inclusive el recuerdo de haberlo estudiado alguna vez.
En 1994 fui a un campamento scout en el extranjero. Tenía trece años. Conocí a mucha gente de diferentes países. Y allí me tocó la oportunidad de tomar contacto con jóvenes holandeses. Gran sorpresa la mía cuando, sin darme cuenta, empecé a hablar en inglés! Sabía inglés! No era uno muy avanzado. Más bien me pasaba preguntando cómo se decían las cosas. Pero me comuniqué. Y más aún: aprendí.
Por más que no lo supiera, el idioma estuvo siempre ahí, latente, esperando ser utilizado.

Lo mismo nos pasa a los paraguayos de la frontera. Nacemos en una tierra donde el portugués se mete en nuestro cerebro sin percibirlo. Está grabado como si fuera el idioma materno. Ver la televisión pasando de un canal hispanoparlante a otro que se comunique en portugués es para nosotros prácticamente imperceptible.

Y, en general, nos pasa a todos los habitantes de este maravilloso país tener el hábito de cambiar de idioma en idioma con mucha facilidad, gracias a que nuestra cultura nos ha legado dos lenguas: el español y el guaraní.
El paraguayo es así: políglota por naturaleza. Se adapta al idioma de su interlocutor.
Nos gusta comunicarnos, más allá del lenguaje en cuestión.

Mucha gente se queja: "siempre que viene un brasilero, todos se ponen a hablarle en portugués. Por qué él (el brasileño) no se adapta a nosotros y no intenta hablar español? Acaso cuando nosotros nos vamos a Brasil ellos intentan hablarnos en español? No! Nosotros (los paraguayos) otra vez tenemos que adaptarnos a ellos."

Si bien es cierto que existe un avasallamiento extranjero en esta zona del país y que el gobierno se cruza de brazos frente a la explotación laboral y el desarraigo cultural que se sufre, ésta es una circunstancia temporal y local; no es algo que expliqué la razón por la cual somos multilingües.

Yo creo que el paraguayo simplemente busca agradar al otro. Sea el idioma que sea el que hable la otra persona, busca que el otro se sienta a gusto y entienda.
Y, por supuesto, ya estamos programados para ellos a causa de nuestra facilidad de aprendizaje de idiomas, heredada desde el mismo momento en que se aprobaron tanto el guaraní como el español como oficiales.
Discordo totalmente con aquellas teorías acomplejadas –y acomplejantes!– que ubican la simpatía innata del paraguayo dentro de un "achicarse" frente al extranjero. No hablamos en protugués, inglés, o el idioma que sea, porque nos sintamos menos ni por vergüenza.

Me sucedió muchas veces que visité a amigos que pasaban por pesares económicos y, sin embargo, nunca dejaron de ofrecer lo mejor que tenían a la visita, lo quisiera yo o no.
Somos hospitalarios, hasta en nuestra forma de comunicarnos.

Creando preconceptos de inferioridad lo único que generamos es un rencor infundado contra los extranjeros y una indiferencia contraria a nuestra tendencia natural. No neguemos nuestra esencia: nuestra simpatía, nuestra facilidad de adaptación y nuestra grandeza de corazón.
Seamos auténticos!

martes, 11 de enero de 2011

Buscar el control remoto nos ocupa 19 días de nuestras vidas!

Era una mañana de primavera. Corría el año 1996. Sonó el timbre del recreo en el colegio y, como vacas saliendo del redil, nos retiramos de la sala de aula. "Nde, me fui ayer a tu casa como quedamos y no estabas" me dijo un amigo. Y la verdad es que, como nunca me caractericé por la alta calidad de mi memoria, me había olvidado.

Siempre hubieron momentos en mi vida en los cuales tomé decisiones, y ése fue uno de ellos. En ese día decidí que empezaría a usar una agenda. Casi nadie usaba, ni en esa época, ni a esa edad.

La utilización óptima del tiempo siempre fue, a partir de ese instante, una de mis prioridades.
Es cierto: pierdo muchas horas en cosas intrascendentes. Y siempre me sucede. Pero la mayoría de las veces termino dándome cuenta y reencauzando mi actuar.
Si no fuera por mi agenda, no tendría cómo decir al cerrar el mes "hice mucho" o "hice poco".
Y cada vez me convenzo más: el tiempo es prácticamente infinito cuando sabemos utilizarlo.

Con el paso de los años, ya terminado el ciclo secundario, empecé a escuchar los típicos y melancólicos comentarios "qué buena la época del colegio!", "cómo extraño el colegio!", "qué gusto que daba no tener responsabilidades!", entre otros. Y siempre me preguntaba: "Seré un pez fuera del agua? Soy acaso yo el único que disfruta de los compromisos?".
Una de las cosas que me encantaron desde el principio en la etapa universitaria y laboral es la de poder hacer más cosas. Ya podía manejar, viajar, entrar en organizaciones, votar... Me sentía completo! Era casi un adulto!

Encontré este video y quiero compartirlo con ustedes:



Y el resto de las horas? A qué las dedicamos?
"No tengo tiempo" me parece una respuesta muy inocente cuando nos preguntan si podemos comprometernos a algo.
Qué vamos a hacer con ese 20% de nuestras vidas que no encaja en ninguna de las clasificaciones del video? Despilfarrarlo frente a la pantalla del computador?

Algo que en Paraguay es un mal nacional es la falta de compromiso con las causas voluntarias. El porcentaje de jóvenes y adultos que hace parte de grupos sociales, religiosos, culturales o de otra índole es bajísimo.
Tomemos responsabilidades, amigos y amigas!
Aunque no asumamos un cargo formal dentro de la organización, siempre hace falta alguien que cumpla tareas. Las reuniones muchas veces son aburridas! Pero buscar, comprar, llevar, traer, ir, venir... eso es algo que todos podemos hacer, no nos toma casi tiempo, no exige altas cuotas de compromiso y, sobre todo, es lo que realmente hace falta!

Animémonos a darle una mano a tantas ONGs que hay en nuestro Paraguay! Sea cual sea.
Éstas son tres organizaciones a las que quiero muchísimo, y les invito a participar.
Si no les interesa ninguna, aquí hay directorios de ONGs en Paraguay:

Usémos nuestro tiempo para dejar una huella en la historia!
Un abrazo, amigos y amigas!