sábado, 29 de diciembre de 2018

El porqué del Servicio Militar y otras maneras de servir

Todo país que desee mantenerse como independiente necesita Fuerzas Armadas. Pequeña o grande, esa fuerza debe estar presente. Que hoy sea reducida y poco hábil frente a las de otros países no significa que así permanecerá para siempre. Esa fuerza puede desarrollarse, si existe la necesidad (y posibilidad) de que así sea. Las tareas que haya que hacer para que empiece a fortalecerse como institución deben iniciarse en algún momento de la historia.

No todas las FFAA están activas siempre. Presupuestariamente es sano que así sea. Una pequeña porción de ellas están acuarteladas, reciben salario del Estado y mantienen (o deberían al menos mantener) su entrenamiento. Es una porción mínima. La mayor porción de esas fuerzas permanece inactiva: son la Reserva. En caso de conflicto armado internacional, las FFAA llaman a su Reserva. Todos los que hacen el Servicio Militar Obligatorio pasan a ser parte de eso, por eso se llaman Reservistas. Es, por lo tanto, sano que el Paraguay realice el SMO.

La Constitución Nacional establece en su artículo 129 que todo paraguayo debe estar preparado para la defensa armada de la Patria. Todo paraguayo varón. La CN habla taxativamente que las mujeres solamente prestarán SMO en caso de necesidad, dentro de un conflicto armado internacional. No hay mucho que discutir sobre igualdad aquí. Todo lo dicho quedará meramente para la retórica hasta una Constituyente o una Enmienda.

Cuando llega la edad en que un ciudadano paraguayo puede servir dentro del SMO, es obligación suya hacerlo. Pero en ningún momento, en ningún lugar de la CN ni de la ley dice que ese servicio debe ser gratuito. Es más: como derecho humano, toda persona que ofrezca su servicio a una persona física o a una institución, debe obtener la paga que corresponde. Si en altas esferas del Gobierno hablan de incentivar a los jóvenes a enrolarse, el primer paso para ello debe ser retribuir al ciudadano su tiempo y esfuerzo invertidos.

La baja militar documenta a un Reservista como tal. Certifica que esa persona posee el entrenamiento necesario para ocupar un puesto en un hipotético conflicto armado internacional. Sumado a esto, la baja militar es una constancia para otros que no son aptos para las tareas militares. Estos reciben baja por ineptos (o inaptos, como leí que los denomina la ley actual). También existen otras excepciones, todas ellas enunciadas en la ley 569/75. Las mismas FFAA declaran a esas personas que, a pesar de tener la voluntad de servir, no pueden hacerlo por alguna de las razones allí establecidas.

Si hay algo que debe derogarse de la ley del SMO son las multas. Jamás debe una ley ser de cumplimiento optativo “a conciencia”. O se cumple toda, o se deroga.

Quien no quiere realizar el SMO ni mucho menos figurar entre los Reservistas a futuro tiene la opción de la Objeción de Conciencia, establecida en el mismo artículo 129 de la CN. Posee el mismo rango constitucional: es totalmente legal y es un derecho del ciudadano. Estos deben prestar servicio civil o comunitario. Cuánta falta nos hace que los paraguayos pisemos tierra y conozcamos un poco más de la realidad de nuestra gente! Esta alternativa tiene por objetivo brindar el mismo servicio a la patria pero en otro ámbito.

Existen esos dos caminos, mis queridos amigos y amigas: o prestás tu SMO y sos Reservista de la Patria, o hacés tu Objeción de Conciencia y prestás servicio a tu país desde lo social.

Servir debería ser parte de los valores del paraguayo. No vamos al servicio militar o comunitario para bajar de peso “no más”, ni para aprender disciplina “no más”, ni para sacarnos selfies y ponerlas en las redes “no más”, ni para pasar mal y así tener pretextos para contar que sos un macho “no más”. Vamos al servicio porque el paraguayo debe servir a su patria. Conocerla y amarla es importante para poder ponerse al servicio de ella.

domingo, 5 de enero de 2014

...y nosotros seguimos discutiendo sobre derecha o izquierda!

Creo en muchas cosas.
Pero una de mis principales creencias es que no hay una media verdad, sino que hay diversas verdades para los diferentes ángulos desde los que se mire una realidad, y que esas verdades corresponden, además, a un intervalo temporal determinado, transcurrido el cual, se vuelven parcial o totalmente obsoletas.
Perspectiva y pertinencia. Espacio y tiempo.

A lo largo de toda mi vida me inquirieron, casi como una pregunta existencial para poder considerarme un ser vivo pensante, que respondiera sobre si soy de derecha o de izquierda.
(Lo más interesante es que si la persona que me preguntaba era de uno u otro bando y lo que yo le respondía en algunos aspectos apenas orillaba el lado opuesto al suyo, a su criterio, esa condición mía de ser vivo pensante estaba en peor situación que antes de ser cuestionado. Impresionante.)
De un tiempo para acá empecé, por esos fenómenos, a declararme rebelde ante esa necesidad de encasillarme. Ya pasaron las épocas de mi vida en las que creía en los dogmas y en los absolutismos.

Creo en la derecha como creo en la izquierda, poniéndolas en esa secuencia únicamente basándome en el orden alfabético. Ninguna es mejor que otra. Ni la una ni la otra son absolutas, ni mucho menos perfectas, pero cada una de ellas, para una situación espaciotemporal específica, brinda una solución completa. Para ese lugar sí. Para ese momento sí. No para otros.

Lo socialista en extremo, tanto en el espacio como en el tiempo de aplicación, genera desidia y dejadez en los beneficiarios. La combatividad cotidiana del pueblo se atrofia. El que necesita, no aprende a valerse de sí mismo. No cree en sí mismo.
Políticas de derecha seguidas a rajatabla generan desigualdad en el acceso a las oportunidades. Mendigos contra millonarios, analfabetos contra universitarios, desnutridos contra gimnastas… El desenlace ya es conocido.

En situaciones de marcada necesidad o desigualdad existe necesidad de políticas de izquierda que tiendan una mano y, aunque no puedan sacar de la miseria a quienes la padecen, al menos no los dejen morir de inanición.
Esas prácticas socialistas necesitan, sin embargo, ir dejando espacio muy lentamente a una mayor responsabilidad y protagonismo por parte de aquellos que las recibieron.
Alimentá al hambriento, pero cultivá con él una huerta. Va a fallar muchas veces al inicio, pero a su tiempo sabrá cómo a hacerlo solo.
Las posturas de derecha deben aparecer necesariamente en un momento cercano a la madurez de la sociedad en un aspecto específico, como cuando el padre le quita las ruedas auxiliares a la bicicleta de sus hijos. Tienen que empezar a andar por su cuenta.
A pesar de todo esto, la característica izquierdista debe permanecer siempre presente en una comunidad por varias razones. O porque nunca todo llega al mismo tiempo a una madurez, o porque las circunstancias y los ciclos económicos desestabilizaron ciertos sectores, o porque por diferentes razones las personas de una siguiente generación no lograron ocupar el puesto que estaba pensado para ellos.

No se entiende derecha sin izquierda. No se logra nada sin derecha ni izquierda.

Veo cómo la política paraguaya ha entendido muy bien cómo funciona el sistema, y ha optado por generar tanta desigualdad como le sea posible, para ofrecer tanta ayuda como le sea posible, para captar tantos votos como le sean posibles. Pero no le pidamos que dé el paso siguiente. No le conviene ni le interesa.
La clase política, en su mayoría, no es de derecha ni de izquierda. Es lo que más le convenga.

Nuestra discusión filosófica inocua entre ciudadanos nos lleva a confrontarnos, a rivalizar los fines utópicos de nuestras radicalizadas verdades.
Antes que eso, deberíamos unirnos. Hay ámbitos donde la izquierda es la solución hoy. Hay otras donde la derecha. Hay demasiado por hacer! Unámonos y de una vez echemos fuera a esta casta ambidiestra que tiene hambreada y mantiene en la ignorancia a nuestra gente.
Es hora de unir extremos. Es hora de darnos las manos, sea cual sea la de cada uno.

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viernes, 6 de diciembre de 2013

Ya lo oirá el mundo!

Cuando la negra noche
se cierne sobre las naciones,
y la disputa no es de hombres
pues estos aquí luchan sin uso de razones...

Cuando la ofensa golpea
y la mano opresora amenaza,
aun viéndote caído en tierra,
cobarde que olvidó su humana raza...

Cuando los horizontes desaparecen
y sólo queda su sombra en esta cárcel,
nuestras obras se desvanecen
y la libertad a ensueño sabe...

...No es aún el fin, estoy seguro!
Estos barrotes no serán suficiente muro
para retener mi voz y dejarme mudo!
Dentro o fuera, ya lo oirá el mundo!


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domingo, 28 de abril de 2013

Por qué hacemos lo que hacemos?


Hoy hablo de nosotros (aun cuando en muchas ocasiones no me identifique), en un intento de entender la manera de pensar y obrar de la mayoría.

Atribuyen a Winston Churchill la famosa frase “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”, tomada casi como un justificativo “de amplio espectro” para el conformismo social frente a la dificultad de dar a cualquier sociedad un gobierno diferente, que se salga de la línea de lo esperado y ofrezca soluciones distintas a las que actualmente se le están dando a los problemas.
Será acaso cierto (ya que dice que nos “merecemos”) que “hicimos suficiente mérito” para tener una dirigencia política que sea un reflejo de lo peor que tenemos, así como dicta la máxima? Somos nosotros, la mayoría del pueblo, los que cargamos al hombro con el peso de dicho "merecimiento", decidiendo a conciencia poner a esos dirigentes allí? O es que somos víctimas de un sistema que hace que el círculo vicioso se vuelva casi insalvable?

Hay dos factores que determinan las decisiones que toma la mayoría de la gente –sino toda–, y son la búsqueda de seguridad y la esperanza.

A pesar de movernos en un esquema político y burocrático altamente partidizado y corrompido, del cual siempre podremos quejarnos, ya que conocemos de sobremanera sus lados oscuros; muy a pesar de eso, sabemos cómo funciona. Casi todos saben cómo moverse en él, conocen dónde recurrir, son conscientes de los precios que hay que pagar para obtener un servicio... Dentro de sus imperfecciones, nos da seguridad estar en él.
Votar a alguien que quiera romper ese sistema? Para qué? Con la finalidad de perder todo tipo de seguridad? Para exponernos a una situación totalmente desconocida, que no sabríamos cómo manejar? Qué beneficio nos traería? Deberíamos acaso creer ciegamente en todo aquél que recita irregularidades que ya conocemos? Repetirnos historias ya sabidas hace de la otra persona alguien sobresaliente?
Por supuesto que no! El pueblo no está dispuesto a cambiar las cosas sólo porque uno le diga que va a cambiar lo que está mal. No es siquiera que no crea en uno; hasta podemos despertar la confianza en que seremos capaces de hacerlo. Sencillamente, el pueblo no quiere cambiar el sistema! Se siente seguro en él.

Pero existe una segunda motivación a la hora de tomar decisiones sobre tal o cual candidato a gobernar. Y ese segundo factor determinante es la esperanza.
Paraguay guarda una secreta expectativa de encontrar aquel único líder, ese “Mesías” que sacará al país de la pobreza, la desigualdad, la injusticia, y todos aquellos males que ya conocemos.
El pueblo en su mayoría está dispuesto a dejar de lado toda seguridad cuando se enciende esa luz al final del túnel.
Repasando un poco de nuestra historia, encontramos que los grandes candidatos del pasado lograron de cierta manera ese efecto: Guillermo Caballero Vargas, Lino Oviedo, Pedro Fadul, Fernando Lugo, aunque este último haya sido el único que logró capitalizarlo.
(Ojalá la gestión pobre en cambios dentro del sistema que dejó Lugo no haya arruinado esta esperanza por un largo tiempo.)

Dónde está entonces el secreto? Qué debe hacer un candidato para lograr que la esperanza en él depositada sea tan grande, que derroque la seguridad que el sistema ofrece al pueblo?

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viernes, 29 de marzo de 2013

Por quién vas a votar en estas elecciones?


El paraguayo es, en líneas generales, hijo del éxito y esclavo del fracaso.
O mejor dicho, quiere ser padre del primero y rehúye a ser amo del segundo.

En la historia social y política de nuestra querida patria, se suceden uno tras otro los ejemplos donde la masa se amontona alrededor de personas o instituciones que le brinden seguridad, Así vemos los casos de empresarios o líderes que se convierten en caudillos, no tanto por la capacidad de idealizar o realizar avances a futuro, sino más bien por la seguridad que puedan brindar a sus seguidores. “Aquí estamos seguros”, pensará hacia sus adentros cualquiera de sus adeptos.

Los episodios recientes (hace apenas 5 años, en 2008) nos recordarán y constatarán esta teoría, teniendo en cuenta que, además de aglutinar en torno a una figura –Fernando Lugo– que se apartaba del partido hasta ese entonces hegemónico –ANR–, quien transmitió la seguridad a la población votante de “ser el único que podía derrocar a los colorados”, gran parte de los mismos no votó por el que consideraban que era el mejor candidato –Pedro Fadul– porque “no iba a ganar no más luego”.
La gente sigue al ganador. No va en busca de su propia opción, de aquel candidato que realmente le gusta o le convence en sus manifestaciones.
Sencillamente, el común de los paraguayos no quiere estar del lado del que lleva las de perder. Y es totalmente comprensible.

Nuevamente, en estas elecciones nacionales, que se realizarán el domingo 21 de abril, los paraguayos ya tenemos un candidato que lleva el mote de “ganador” aun sin haberse iniciado las votaciones. Y de nuevo, tenemos muchos compatriotas que manifiestan “voy a votarle a Fulano, si total va a ganar no más luego”, o en el peor de los casos dicen “para qué pio me voy a ir a votar, si va a ganar no más luego Fulano?”.

Es una lástima.

Pero quiero introducir una variable más dentro de la ecuación, teniendo en cuenta que mi visión de la realidad nacional y de su política no se acaban en abril.

Circunstancia 1:
Cuando iniciamos cualquier emprendimiento, ya sea comercial, social o político, la imagen que le demos al mismo será contundente a la hora de prever su futuro, ya que la ciudadanía –como dijimos más arriba– se guía por la “fama” que tiene. El negocio que empieza bien, con buen nombre y causando un impacto positivo, tiene futuro. Aquél al que no le va muy bien, tiene los días contados, a no ser que invierta en una fuerte e inteligente campaña de refacción. Éste es el paraíso para los “lugares de moda”. Todos vamos a los mismos bares, a las mismas discos, a los mismos lugares de esparcimiento. Si un lugar no congrega cientos de personas (o al menos, no da la impresión de estar lleno), no es bueno. Te puede encantar la onda del lugar, pero “no pega”.
Si trasladamos ese fenómeno a la política, lo mismo le ocurre a los candidatos a cualquier cargo. Si no logran una imagen de “acaudalados” electoralmente, no tiene futuro su carrera política, sin tener en cuenta la capacidad o la idoneidad del mismo, o que de verdad nos convenza completamente su propuesta política.
Si hoy en día, en estas elecciones, hay un candidato bueno –el mejor según nuestro criterio–, para que permanezca viva la esperanza de que pueda ser votable en las siguientes elecciones, aunque hoy no gane, debe “caer parado”. Puede perder, pero para evitar que la gente diga de él que "no pega", no puede ser vencido por goleada.

Circunstancia 2:
La verdad es que no sé qué tan interiorizada está la ciudadanía pensante sobre este punto, pero es importante que se los diga con todas las letras: las elecciones no se ganan con votos de gente convencida; se ganan con votos “comprados”. Partidarios de Fulano o Sultano que se pavonean con los resultados electorales obtenidos, lo único que están haciendo es mentirse a sí mismos y a la gente. Si no pagaran lo que pagan, tendrían menos de un tercio de los votos que tienen! La paga puede ser en efectivo –varía entre Gs. 50.000 y 150.000 generalmente–, o pueden ser favores para un grupo específico en un lugar específico, o con cargos –ubicación de gente en nuevos puestos de trabajo, o la sencilla exigencia de votar para poder mantener el que ya se tiene–. En fin, se comercializan los votos. No todos, por supuesto. La cantidad oscila entre 70 y 80 %. El resto –los 20 ó 30 %– son de personas como nosotros, convencidas de la bondad del candidato, o guiada por la “fama de ganador” del mismo.

Ese porcentaje minoritario del que hacemos parte nosotros es el que preocupa.
Hoy en día, tumbar este sistema perverso, que introdujo dentro de la democracia paraguaya un juego tan complicado de "supuesta" democracia, donde gana la pulseada el que paga más y mejor a ese 70 u 80 %... Derrocarlo hoy en día, se vuelve en extremo difícil.
Pero no imposible!
Necesitamos tiempo; un par de elecciones más, si lo hacemos inteligentemente.

Punto 1: necesitamos candidatos votables; no “novedosos”.
Si para cada elección estamos esperando que aparezca el “Mesías”, el “vecino nuevo de la cuadra”, que “no era político, pero ahora decidió involucrarse porque los políticos luego son todos esto y aquello”; así cada elección vamos a estar empezando de cero nuevamente.
Cada nuevo candidato que ilusionó a la ciudadanía y logró un caudal importante, a la siguiente vuelta ya no fue votado o apoyado, porque ya no era “nuevo”.
Así pasó con Guillermo Caballero Vargas, con Carlos Filizzola, con Pedro Fadul, con Fernando Lugo. Y cada uno de ellos formó “su” tercer sector.
Lo cierto y concreto es que todos, el país entero, nos quedamos sin tercer sector.
Necesitamos unificar fuerzas, mirando a futuro. Que en las próximas elecciones logremos unificar todas las fuerzas políticas en una "verdadera" concertación! Y eso sólo se logrará si, en estas elecciones, apoyamos a nuestros candidatos favoritos, haciéndolos protagonistas, dándole un respaldo importante a diferentes figuras de las fuerzas que no hacemos parte de los dos “tradicionales”.

Punto 2: necesitamos darles imagen a nuestros candidatos.
El “voto útil” lo único que logra es dejar hecha trizas cualquier candidatura futura de los del tercer sector. Si le vaciamos de votos a nuestro candidato favorito, nosotros somos los culpables de que la gente diga de ellos que "no pegan".
Los dos primeros sectores quieren convencernos o de que “Fulano va a ganar no más luego” o de que “Sultano es el único que puede ganarle a Fulano”. Es cierto, no?
Pues bien, si Fulano va a ganar, para qué más necesita de nuestro voto? Si ya tiene suficiente con los que compró… O para qué votar a Sultano, si –según su bola de cristal–, con el “voto útil”, él es el único que podría llegar a ganarle? Son profecías autocumplidas de ambos lados: dan la victoria a un sector, y al otro le mantienen como eterno segundo, pero finalmente se encuentran todos allá arriba.
Al contrario, será un “voto inútil”, justamente para lo que nos proponemos: darle fuerza a un tercer sector!

Yo ya tomé la opción de votar por Miguel Carrizosa, más allá de que vaya a ganar o no. Opté por él porque quiero fortalecer su figura. Creo en él y en su partido, y quiero verle todavía candidatado en el futuro. Asimismo, mucha gente le votará a Mario Ferreiro o a Aníbal Carrillo. Y lo hará por convencimiento.
De eso necesitamos!

Todavía estamos a tiempo. Aún podemos revertir esta situación.
Fulano y Sultano no necesitan nuestro voto. No van a construir una nueva patria con él.
Votemos sin condicionamientos de “estar con el ganador” o “con el único que le puede ganar”. Votemos libremente, desafiando lo que nos dicen que va a suceder!
El Paraguay necesita! Nosotros necesitamos! Vos necesitás!

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domingo, 24 de febrero de 2013

Lo importante no es tener: es saber cómo conseguir!

No existe mayor legado que se pueda dejar a generaciones venideras que el conocimiento, entendido como la suma entre la instrucción, la experiencia y la opinión propia.

Riqueza? Infraestructura? Salud? Todas ellas muy importantes. Pero todas ellas temporales.
Lo importante no es dejar algo hecho; es vital es dejar claro el camino a recorrer para llegar una y otra vez a ese resultado.

Lo que hay hoy es fruto de una necesidad que en el pasado estuvo insatisfecha, sumada a algunos locos idealistas que creyeron que podía satisfacerse.
Pero el ser humano es un ser difícilmente complacible, y la misma evolución y crecimiento de las cosas hacen que lo que hoy es solución "satisfactoria", mañana ya sea insuficiente, y tengamos que volver a luchar por alcanzar un nuevo "estado de equilibrio".
Y si no aprendimos cómo hacerlo?

No crean que son "mesiánicos" aquellos que les ofrecen una obra, pero no les involucran en su construcción; hagan oído sordo a aquellos "profetas" que anuncian grandes cambios "de fachada", pero de fondo y cimiento dejan la misma vieja y obsoleta estructura; no sigan a los "líderes" que hoy hacen alarde del "yo voy a hacer...", "yo te voy a dar...", "yo voy a cambiar...".

"No creo en las revoluciones que cambian el orden de las cosas
y no cambian el corazón del hombre".
Blaise Pascal

Lo que se haga hoy sólo por mandato de una sola persona, empieza y termina con esa persona.

Esperar que lo hagan todo nuestros gobernantes, entonces, no sólo es muy ingenuo, sino también una limitante para nuestro futuro.
Antes bien, nuestra vista debe estar puesta en nuestra propia participación en esos procesos.
El pueblo que construye su propio desarrollo es el que, sin importar quién esté a la cabeza (de qué religión, partido político o ideología sea), va a mantener siempre un constante crecimiento ―a través de la gestión de sus autoridades, por supuesto, pero guiados por la voluntad y presión populares―.

Conocé tu ciudad y sus problemas! Debatilos entre tus amigos!
Participá en los reclamos que creas correctos! Hacé valer tu voz de ciudadano!
Y, si podés, ensuciate las manos y sudá por algo que contribuya a dejar el mundo mejor que como lo encontraste!

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domingo, 7 de octubre de 2012

Vasos vacíos jamás!


Hago una pausa en las tareas para expresar un pensamiento que hace un tiempo me da vueltas por la mente. Lo vengo elaborando y noto que de verdad es un comportamiento repetido entre nosotros.

Hablando un poco de cómo empezó esto, debo comentarles que amo el fútbol. Dios no me regaló dones para el juego, pero sí una pasión enorme. Aunque fuera para ver un partido de la segunda división del país más recóndito, dejaría el zapping para deleitarme o criticar.
La “Copa Libertadores de América”, como casi todos sabrán, es la mayor gloria que un club de fútbol de primera división de un país sudamericano (más otros invitados) pueda alcanzar. Todos pelean por “su Libertadores”.

Juan Román Riquelme es un jugador argentino (polémico pero increíblemente bueno) que en la versión 2012 de dicho campeonato llevó a su club, el Boca Juniors, hasta la final, siendo derrotados allí. Luego de perder el título declaró: "Amo a este club, pero me siento vacío y no puedo darle más".

Qué puede pasarse por la cabeza de alguien para dar unas declaraciones así? Llegó hasta la final de un torneo en extremo competitivo y perdió el título sólo entonces! (Pasó la fase de grupos, las octavas de final, los cuartos de final y la semifinal: son 12 partidos con saldo positivo!). Nunca pude entender el porqué de una actitud tan extremadamente fatalista. Viendo los resultados me es evidente que tan “vacío” no estaba.

Pero vi allí un factor común que vemos casi todos: la derrota, sea en la instancia en la que sea, es signo de pérdida.

Es evidente. La historia sólo recuerda a los campeones.
En Paraguay, en el sistema universitario, cuando ves las calificaciones de tus exámenes, no importa si te aplazaste con 0 puntos o con 59. Tu calificación siempre será 1.
Esa es la forma en la cual trabaja la vida y no porque nos disguste va a dejar de ser tan cruda pero tan sabia como es.

Sin embargo, hay algo que creo que muy poca gente ve, y donde radica el origen de nuestra incapacidad de vencer los obstáculos más difíciles: generalmente vemos el vaso medio vacío, en lugar de verlo medio lleno y empezar a calcular cómo llenarlo desde donde está. Vemos las grandes causas como campañas de un solo intento, y no como la construcción de una victoria a partir de una sucesión de derrotas.

Lo que me hizo volver a todo esto es el hecho de que Venezuela acaba de reelegir a Hugo Chávez como presidente de la nación. Perdió Henrique Capriles, lo cual me llena de pena, porque conozco Venezuela, estuve allí, conocí lo bello del país y lo hermosa que es su gente.
Todo esto trae nuevamente a mí la imagen del vaso medio lleno y del medio vacío, no por el resultado obtenido por Capriles, sino por la lectura que obtenemos de él.

Por Dios! Comparando esto con la Libertadores, Capriles ganó sus 12 partidos anteriores! 45% del electorado dentro de un país gobernado durante más de 12 años por una sola persona, de manera absolutista y hasta agresiva.
No! No puede declararse eso como una pérdida! Venezuela ha sufrido una dura derrota, eso sí; pero éste es el momento de empezar a conquistar ese 6% que les falta para derrotar al adversario! No para tirarse al suelo a llorar…
Si abandonan la causa por esta derrota, para la próxima pelea, tendrán que iniciar la campaña desde 0% nuevamente, y no desde 45%.

Pienso en Venezuela y ruego a Dios por Capriles y toda la dirigencia que encabezó esa campaña titánica contra el aparato y contra el deterioro que causó en la moral del pueblo. Pido sobre todo por mi querido Paraguay, por su política, pero sobre todo por nosotros, los paraguayos.
Ojalá todos podamos ver los sucesos de la vida como escalones dentro de una gran escalinata. Algunos escalones los festejaremos, pero la gran mayoría serán derrotas y sufrimientos que construyeron lo que mañana seremos. Y todo depende de que en ellos veamos el vaso medio lleno y siempre pensemos en cómo llenarlo desde ahí…

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