jueves, 30 de diciembre de 2010

Reclamo un mejor Paraguay!

Me sucede muy a menudo.
En los actos gremiales o políticos, en las celebraciones eclesiales, en las reuniones de los grupos sociales que frecuento, siento que el público es víctima de los plagueos del orador.
Siento como si me llamaran por otro nombre, que me hablaran de algo que no entiendo, que gastaran saliva conmigo, que mis oídos se vieran obligados a escuchar algo venenoso.
Creo que los plagueos son tóxicos.
Sin embargo, adoro los reclamos.

Éste es un país donde rige la ley de la selva. Está poblado de animales bípedos con prominencia craneal. Sólo se mueven por instintos. No existe urbanismo.
Es un país del silencio frente al maltrato, pero del cuchicheo en los pasillos.
Aquí no se reclama. Aquí uno se plaguea.

El reclamo es salud. Es cuando A hace algo errado y B se lo hace saber.
A puede decidir corregir su comportamiento o no, pero es imposible que desde ese entonces camine en la ignorancia. A partir de ese momento es dueño de su destino.

El plagueo es una enfermedad. O mejor, es enfermante. Es cuando A lo hace mal, B lo mira como si nada, en estoico y masoquista silencio, y sin embargo B va hasta C y hace su correspondiente descargo.
A sigue transitando en la ignorancia. C, que "no tiene vela en el entierro", se las tiene que aguantar. Pero lo peor de todo es que nada cambió. Nadie corrigió sus errores y mañana volverá a suceder.

Escucharon alguna vez los relatos de un episodio muy común en nuestro medio, en que un pasajero corriente sube al transporte público y, ante un mal servicio o una mala conducción, reclama al chofer, y los demás pasajeros, en lugar de apoyarlo, le dicen "no te vayas na a plaguear"?
Son ese tipo de muestras de anti-sociedad las que realmente nos condenan al atraso y a la mediocridad. Es por eso que las empresas públicas o privadas, e inclusive las personas individuales, siguen pisoteando nuestros derechos comunitarios.

Pero como les dije al principio, no estoy aquí para plaguearme con ustedes. Al fin y al cabo, en este cuento, ustedes son C. Estoy hablando con ustedes porque son aquellos ciudadanos pensantes (poca gente accede a leer blogs, aunque tengan la herramienta llamada computadora) y que buscan analizar situaciones socio-económico-culturales, que son los temas sobre los que usualmente escribo.

Hoy quiero pedirles que reclamen, que exijan.
Necesitamos más ciudadanos y menos selváticos.
Somos un país con todo para salir adelante: riqueza natural, posicionamiento estratégico en la región, población disponible para el trabajo (en edad y desocupada), y un mercado virgen en innumerables aspectos. Tenemos las circunstancias ideales para despegar.
Pero debemos dejar de plaguearnos con quienes no nos pueden dar soluciones, olvidarnos de esa costumbre de hablar a espaldas de quienes realmente deberían ser nuestros interlocutores. Y sobre todo, dejar de escuchar a los que se plaguean y motivarles a que empiecen a reclamar.
Estoy seguro que reclamando, con el nuevo año que comienza, comenzaremos a construir un mejor Paraguay.
Feliz 2011, amigos y amigas!

domingo, 5 de diciembre de 2010

Despierta, amada mía!

Despertarte es lo que quiero.
De un sueño de años levantarte.
Pero no quiero en mis brazos llevarte.
No que no quiera; no debiera.

Tantos te tomaron y condujeron,
y con ellos fuiste a tantos paraderos.
Mas no has sido tú quién decidió destinos
sino que cediste ante ajenos arbitrios.

Y hoy estás dormida,
sumergida en angelical ensueño.
Esperarás tal vez un nuevo príncipe
quien te dé nuevos horizontes?

Por qué has sido siempre así,
vulnerable a tus poseedores?
Por momentos te mostrabas decidida
pero con el tiempo nuevamente cedías.

Quiero despertarte.
Te quiero consciente y decidida,
que aprendas de pasados errores
y, sobre todo, que vayas donde tú quieras.

Tienes el futuro a tus pies
y sólo el cielo te limita.
Camina, corre, vuela: como quieras,
pero sólo quédate despierta.

Así te quiero, Patria mía.
Sé tú quien decida por quienes te gobiernan.
Muéstrales tú por donde ir
y edúcanos a tus hijos para poderte seguir.