domingo, 19 de agosto de 2012

El papel del político en una política como la nuestra

El político es un soñador.
De realidades estamos hartos, y para negativismos nos bastan algunos noticieros.
El político abre horizontes, aclara el panorama, anima nuestro espíritu y enciende una esperanza.
Y no piensen que suena poético. Así debe ser.

(Un verdadero político es, auténticamente, una persona que ama lo que hace.) "Lo haría, aunque no ganara nada con ello." (Rubem Alves, periodista brasileño)

Cuando leí el artículo que contiene esa frase por primera vez, me quedó grabada en la memoria. Eso es lo que se nos hace tan difícil entender cuando miramos lo que hay, y perdemos de vista lo que es: la donación desinteresada del político.
Nos acostumbraron por largos años, generación tras generación, en Paraguay, a conformarnos con lo que tenemos, a amoldarnos a una forma, a encajar dentro del sistema.
El político, sin embargo, emerge de esa conformidad, rompe la forma y cambia el sistema.

Un político está enamorado de su gente, de su cultura, de sus costumbres, de su idiosincrasia, de su idioma. Ama a su pueblo, y sufre con la desdicha de los suyos. Entregaría todos sus esfuerzos para aliviar en los demás esa desgracia, si encontrara medios para hacerlo.

La función pública es el espacio nato para ejercer la vocación política, sea desde un cargo electivo o desde un puesto interior al sistema. Cuando los funcionarios hagan lo que hagan por convicción, por amor a la persona que recibe la acción, conscientes de la trascendencia de sus actos dentro del crecimiento del país como nación, dentro de la lucha por eliminar la injusticia y las inequidades, ése será el momento donde despegaremos el pie del lodo en el que estamos empantanados.
Lastimosamente, esta realidad se nos muestra ahora mismo distante y utópica.

Cuando los medios vigentes para mejorar su entorno no son los propicios, el político crea nuevas vías.

Hay muchos políticos auténticos en Paraguay que no saben que son políticos: dicen que odian la política y que jamás se meterían donde realmente ya están.
Se hacen llamar voluntarios. Esa es la nueva herramienta creada por los "políticos de vocación".

La actividad del voluntariado es, actualmente, la expresión más espontánea y desinteresada de servicio.
Hay gente que lo hace de manera personal, sin pertenecer a organización alguna, ayudando en asilos, orfanatos, comedores populares. Hay quienes pertenecen a comisiones vecinales, trabajando desde ahí para el desarrollo de su comunidad. Otros están involucrados en la dirigencia gremial, ya sea en el ámbito laboral, el estudiantil, u otros. Hay quienes participamos en ONGs. Y seguro hay otros casos más.
Dentro de esas actividades voluntarias encontramos a los verdaderos "políticos de vocación": ellos hacen lo que hacen por voluntad propia, sin ser coaccionados para ello.

Históricamente, la vocación política se apartó de la función política cuando esas estructuras públicas ya no respondieron al llamado de las necesidades.
Cuando los protocolos y esquemas terminaron siendo un obstáculo que se interpuso entre la necesidad ajena y la capacidad propia de subsanar esa ausencia, ése fue el momento de la escisión.

La pregunta finalmente sería: qué pasaría si esos voluntarios que antes mencionaba pudieran ser los funcionarios en el futuro? Cómo sería si los políticos recuperaran su lugar?
Qué me dirían si les digo que poner la solución en manos propias es la única opción?
Qué me responderían si les propusiera: ingresen en el voluntariado, practiquen a ser políticos, y finalmente anímense y láncense a la arena política, donde todo aquello por lo que lucharon "desde afuera" ahora lo pueden hacer "desde dentro", y finalmente dar soluciones definitivas a los problemas?

Siempre me pregunté cómo se vería el Paraguay en el momento en que los voluntarios de Dequení empezaran a trabajar en la Codeni, cuando los de Fundación en Alianza hicieran lo propio con el Ministerio de Educación y Culto, cuando los de Un Techo para mi País estuvieran al mando de la Senavitat, y tantos otros que existen... Cómo se vería nuestro Paraguay?

Y creo que sé la respuesta...