sábado, 23 de abril de 2011

Un Nuevo Modelo que propicie el Consumo

Se hace necesario que Paraguay genere más riqueza. Necesitamos aumentar nuestro Producto Interno Bruto. Es preciso producir más.
Pero, acaso es solamente elaborar productos? Quién los comprará?
Es necesario acompañar el crecimiento del PIB con un aumento del consumo.

En la historia de la humanidad —desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días—, las tensiones, las necesidades o las preferencias hicieron que la sociedad mutara constantemente sus estructuras o sus costumbres, en la interminable búsqueda por una comunidad ideal.

Fue así que dejamos el autoabastecimiento para integrarnos en un sistema de producción masiva. El ser humano dejó de producir para el consumo propio y pasó a hacerlo para los demás.
El medio que hizo posible este avance fue la moneda.
Desde su aparición, las personas pudieron especializarse en la elaboración de aquello en lo que eran buenos y, con lo recaudado en la venta, comprarse aquello que necesitaran de lo que produjeran los otros.

Este proceso dio un salto cualitativo y cuantitativo con la invención de la máquina a vapor y su aplicación en el ámbito productivo. Fue la Revolución Industrial.
El cambio social que produjo esa revolución escapa a toda la imaginación que podamos ponerle.
De un día para el otro, empresas pequeñas, que producían en cantidades moderadas debido a la poca capacidad que les dejaba alcanzar la mano humana se vieron con una posibilidad varias veces mayor y crecieron inconmensurablemente.

Desde el punto de vista humano, la empresa moderna, con su plantel de empleados, inició así un ida y vuelta de tensiones, hasta llegar a lo que somos hoy.
Al inicio, todos trabajaban cuantas horas el empleador determinara, y a quien no le gustara, podía retirarse.
Los salarios no eran fijos; si las ventas caían, la empresa determinaba que ese mes se pagaría menos. Para el que estuviere disgustado, seguían siempre las puertas abiertas.
Existían muchos otros aspectos duros del trato al personal, que de a poco tuvieron que ir ablandándose. En primer lugar, debido a los cambios de postura que trajeron los avances en la ciencia de la administración, y luego a causa de la presión ejercida por los sindicatos, instituidos mucho tiempo después.
Como conclusión, podemos mostrar lo que actualmente conocemos: salarios regulados, rígidos hacia la baja, y una carga horaria máxima de 8 horas diarias ó 48 horas semanales.

Todo este proceso, incluida la Gran Recesión que sufrió Estados Unidos de América, cuando se replantearon varios axiomas que regían hasta entonces a la ciencia económica, terminaron por definir a oferta —la producción y los servicios—, dentro de la economía, como supeditada a la voluntad de la demanda.
Para entenderlo mejor, podemos decir que los propios empleados de las empresas, quienes finalmente necesitan comprar los bienes que producen, son los que determinan si se aumenta la producción —cuando se consume más— o se disminuye —si hay baja en el consumo o en los lujos—.
Podemos decir, por lo tanto, que si se gana más, se consume más.

Sin embargo, hay otro factor que surgió en la última centuria, y que cada vez acapara una porción más grande en la utilización de los ingresos que cada persona tiene: el entretenimiento.

La industria del entretenimiento crece y crece año tras año. Y la tendencia se mantiene.
De modo a ilustrar esto, los dos cuadros de abajo muestran datos que dan soporte a lo antes dicho.














La búsqueda por el entretenimiento se da por la existencia misma del ocio.

Si ponemos entonces sobre tela de juicio al tiempo libre —aquel que pasamos fuera del trabajo—, en la búsqueda de determinar si es bueno o no, qué podremos decir frente a estos datos? No es acaso positivo para la economía el hecho de que el hombre tenga posibilidades de invertir en su entretenimiento? Cuántos empleos genera el brindar el servicio a aquel que busca ocuparse con algo entretenido?
Que unos tengan tiempo ocioso genera actividad económica para otros.

Bajo estos supuestos y sin cambiar ningún otro factor, ya pensaron qué pasaría si la jornada laboral se reduce a 5 horas?
Para ustedes, queridos amigos y amigas, cuál sería el resultado de esa decisión? Qué tendría que ajustarse para que ese cambio en la carga horaria traiga mayor consumo?

domingo, 17 de abril de 2011

Invictos ante lo que venga!

En esta noche que me envuelve,
Negra como un abismo que cruza de polo a polo,
Agradezco a los dioses que pudieran existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de las circunstancias
Ni me he lamentado ni he llorado en voz alta.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Me acecha la oscuridad con su horror,
Y, sin embargo, la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin temores.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Ni cuántos castigos cargue a mis espaldas,
Soy el Amo de mi Destino,
Soy el Capitán de mi Alma.

No podía dejar de dedicarle algunas líneas de pensamiento propio a estas profundísimas líneas del poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903), quien, según cuenta la leyenda, en 1875 escribía este poema desde la cama de un hospital. Éste es el poema Invictus, recitado por Nelson Mandela en la película que lleva su título.

Ojalá la vida nos encuentre siempre firmes y fieles a nuestros principios, tanto en los momentos de éxito, cuando la lucha por mantener la integridad, la honestidad y la humildad sea feroz, como en aquellas circunstancias de frustración o desilusión, cuando la fe, la autoconfianza y el carisma amenacen con abandonarnos.
Siempre me he dicho que cada día que pasa es un necesario caminar hacia lo que vamos a ser y hacer en el futuro, y que de las victorias que obtengamos frente a esas adversidades hoy depende el sobreponernos a las batallas que vendrán mañana.
Deseo de todo corazón que, cuando llegue la hora de mi muerte, la gente me recuerde y diga, como le decía el Guazón a Batman: "tú sí que en verdad eres inamovible".

Les deseo a todos ustedes, amigos y amigas, que el corazón juvenil y idealista les mantenga siempre encendidos en la lucha por los sueños!
Cada vez que leo este poema, vuelve a levantarse de su siesta el adolescente que tengo en mí, y nuevamente se rebela frente al anciano que dice "no vale la pena", "es muy difícil", "estoy cansado".
Espero que cada uno pueda así también encontrar aquella palabra, canción o imagen que avive el fuego del corazón día a día en la lucha por cumplir nuestra misión de vida.