viernes, 26 de noviembre de 2010

El canto de mi pueblo

Cuando tenía algunos años menos solía leer volcsuaguen a una marca conocida de vehículos, hasta que me tocó, por esas vueltas de la vida, aprender a hablar alemán. Fue entonces cuando finalmente pude no sólo leer correctamente -folksvaguen-, sino entender que Volkswagen quiere decir Vehículo del Pueblo, Vehículo Popular.
El Folclore, que proviene de la misma raíz -Folk: Pueblo- como tantas veces he oído en mi vida, es el conjunto de creencias, sabiduría, costumbres y expresiones artísticas tradicionales de una cultura específica. Palabras más o palabras menos, creo que nadie se opondría a esta definición.

Cuando utilizamos en Paraguay la palabra Folclore, atribuyéndola a la Polca o a la Guarania, me entran dudas sobre si realmente estamos hablando de lo mismo.

Definiendo lo tradicional o popular como aquello que está presente en la actividad cotidiana de un pueblo, veo muy distantes del día a día del pueblo a ambos estilos musicales.
Refrésqueme, por favor, la memoria y díganme la última vez que algún artista -paraguayo o extranjero- lanzó una canción utilizando nuestros estilos autóctonos y llegó a figurar en los charts de los temas más pedidos en las radios o en algún otro.

Un concepto que siempre guardo como herencia de un sacerdote muy influyente en mi vida es que el alma de un pueblo se nota en sus jóvenes y en sus artistas.
Dónde quedó la polca o la guarania en nuestra alma popular? En qué rincón la dejamos? Qué artistas o qué jóvenes son los que las llevan en su cotidianidad?
El último artista del que sé que escribió polcas y guaranias, y realmente tradujo nuestro folclore en notas y letras, es Félix Roberto "Maneco" Galeano.
Es poco lo que conozco de sus obras, si se mira la totalidad de su producción, pero con qué gracia y elocuencia pinta el cuadro de nuestra vida paraguaya! Y que conste que él no necesitó versos demasiado complicados en un guaraní "de diccionario" ni tampoco excesiva erudición en la composición musical. La melodía y su contenido son tal cual era para él, supongo yo, la cultura simple del paraguayo.

Siento mucho cuando veo nuestra actividad nocturna, como jóvenes, y le encuentro un vacío de carácter. La veo totalmente rendida a los pies de un consumismo importado.
Me encanta el inglés. Me parece simple y práctico. Pero jamás encontré una lengua que exprese las cosas con tanta poesía como es la "imagen gráfica" que me causa el guaraní en su estructura. Qué bello idioma!
La vida no me permitió aprender el guaraní en casa, como hubiese querido, pero disfruto siempre cuando alguien me enseña algo nuevo.
Con un idioma tan presente en la vida cotidiana del pueblo -el guaraní sí que es folclore!-, cómo puede ser que no lo escuche en las canciones? Cómo puede ser que nadie se exprese en ritmos y lenguas autóctonos?
En su lugar, encuentro perreos y hastaabajos muy caribeños.

Me parece raro que sigan insistiendo en las escuelas y colegios sobre polcas y guaranias como muestras de cultura popular.
Antes bien creo que, así como están las cosas, deberíamos guardarles un lugarcito a ambos estilos en un buen museo.
"Éste era el folclore paraguayo antes de la llegada de la cachaca, el reggaetón y la cumbia villera" debería decir el cartel donde estén exhibidos.

Les parece a ustedes justo eso?
Si les toca en el alma lo que digo, si les duele en el orgullo, siéntanse tocados también cuando "se dice" fomentar la cultura y el arte, tanto en las instituciones públicas como en las organizaciones del tercer sector.
Dónde está el fruto de ese apoyo?

Si sos músico, evolucioná el estilo. Creá nuevas combinaciones de folc-rock o cualquier otro estilo. Ponele condimento a tu creación musical y agregá palabras en tu idioma (aunque seas como yo que casi no hablo).
Si sos escritor, profundizá en las costumbres vivas. Transmitilas a los demás con tus escritos.
Si bailás los fines de semana, pedile al DJ que se anime a poner, como en una época sucedió, alguna nueva versión de "María Escobar" (polca que se puso de moda hacia finales de los '90).
Y si sos un simple oyente como yo, aplaudí a aquellos que intentan salvar de la agonía al casi extinto folclore de antaño. Aplaudo a grupos como Paiko que crean nuevo folclore y a Juan Cancio Barreto, todo un ícono, que creó su propio estilo de tocar nuestras notas.

Si aplaudimos juntos puede que se escuche.
Tal vez las radios empiecen a divulgar algo nuestro, algo con personalidad propia.
Y reconquistaremos nuestro folclore.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Un país de desaparecidos

Domingo soleado, con calor agradable, casi orillando un buen verano. 07 de noviembre de 2010. 16:00 horas. Elecciones Municipales. Ciudad del Este. Paraguay.

Pasillos vacíos. Mesas de votación vacías. Urnas vacías.
Un "vacío de poder". Del "poder popular". Increíble.

Ya caída la noche, periodistas a quienes admiro por opiniones emitidas en el pasado bajo criterios que me parecían totalmente lógicos, en esta ocasión decían una y otra vez a diferentes interlocutores: "el pueblo habló", "el pueblo quiere más de lo mismo". El pueblo esto, el pueblo aquello.

Qué pueblo? De qué pueblo me están hablando?
Somos un país de seis millones de habitantes (aunque Larissa se niegue a creerlo!). Tenemos alrededor tres millones de votantes inscriptos en el padrón. Eso significa que asumimos que la otra mitad de la población es menor de edad o ya pasó los 65 años. No lo creo, pero es lo que tenemos.
Si es el pueblo el que (como dicen) se manifestó, deberíamos asumir que TODOS los tres millones de inscriptos, responsablemente, dejaron el asado del domingo, la cerveza, la canchita de volei (el tereré se puede llevar), y fueron a votar.
Pero es mentira.
No llegamos ni a los un millón setecientos mil votos! Tuvimos sólo un 57% de participación!
Y el 43% de la población restante? Dónde quedaron un millón trescientas mil personas?
Dónde queda ese país de los desaparecidos?

Hay varias cosas que necesito compartir con ustedes, queridos amigos.

Una.
Somos un pueblo que prostituyó el voto.
El día de las elecciones veo pasearse ida y vuelta miles de furgonetas trayendo votantes, todas con números de lista (cuando eso está penalizado). Al bajarse, todos reciben instrucciones precisas de cómo votar (para no ser tan explícito diciendo "por quién votar"). Y, al volver, les espera una jugosa recompensa: alguna "gratificación" que les permita comer y hacer fiesta durante una larga semana. Espectáculo bochornoso que se repite elección tras elección.
Juan Pueblo ya no sale de casa para ir a votar por voluntad propia. Él ya sabe que alguien va a venir a buscarle (y la cruda verdad es que no le interesa el color del vehículo o el numero de su calcomanía, solamente le interesa tocar el rostro de San Roque González de Santa Cruz una vez más en su larga y agónica vida). Espera ansiosamente que llegue ese rodado.
Pero a veces no llega.
Muchos, muchísimos de esos un millón trescientos mil de ausentes son personas de escasos recursos, que no tienen ni idea de quiénes son los gobernantes ni quienes pretenden llegar a serlo, porque viven en tal situación de exclusión, que trasladarse hasta algún lugar donde llegue la luz o el agua corriente representa pagar en concepto de pasaje ida y vuelta lo que ellos gastarían para alimentar a 5 personas en ese día.
No van a votar porque no tienen cómo, porque no saben por quién, o a veces ni saben que ese día se vota. Es lamentable.
Entonces, aunque el voto sea un derecho, pero también una obligación constitucional, gana aquel que tiene más móviles, aquel que compra mayor cantidad de cédulas, aquel que tiene más dinero.

Dos.
Perdimos la fe en nuestro poder cívico.
Yo sé que muchos de ustedes, ciudadanos de bien y responsables, suben a sus vehículos o se organizan con los amigos, y van a votar por iniciativa propia. Nadie les dice por quién hacerlo. Y, aunque no voten tal vez por el candidato de mi personal preferencia, alabo la conciencia que tienen y les felicito.
Muchos otros de ustedes, no. Creen que el destino está ya marcado y que no sirve de nada ir y mojarse el dedo en la tinta.
Saben ustedes cuál es la nueva técnica electoral?
Antes solía ser lo primero: comprar votos y llevarlos a sufragar.
Hoy en día ya no funciona tan fácilmente. La gente no es tan tonta (eso dicen, al menos). Cobran el dinero y van a votar por cualquiera.
Es por eso que actualmente hay una nueva técnica: compran las cédulas de los votos opositores, y simplemente las retienen para que no puedan ir a votar. No obtienen votos para ellos, pero restan votos al otro.
Lamento informar a los que no fueron a votar que vendieron demasiado barato su derecho. Algunos obtuvieron cien mil guaraníes. Otros, tal vez, hasta doscientos. No sé ni me importa.
Ustedes no obtuvieron nada.
Y lo que es peor, me privaron a mí y al resto de los un millón seiscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve ciudadanos de tener autoridades que "realmente" merecemos. No las que "dicen" que merecemos.

Que los candidatos son más de lo mismo? Que no vas a ir a votar porque no te gusta ninguno?
Andá entonces y votá "nulo" o "en blanco".
Desde el momento que no te vas a votar, es IMPOSIBLE saber qué es lo que querés o qué es lo que pensás. Nunca vamos a saberlo. Jamás sabremos si hubiese ganado o no el candidato perdedor porque simplemente la voluntad del pueblo NO se hizo manifiesta.

Tres.
Nuestros votantes son cautivos.
Alguno de ustedes sabe cuántos funcionarios tiene nuestro municipio? Alguien puede saberlo con certeza?
Dicen que tiene ocho mil personas dependiendo de ese salario. Yo no sería tan extremista. Yo le daría unos cinco mil.
Son cinco mil votos! Y no son sólo esos cinco mil. Son aproximadamente otros cuatro votos por cada uno de esos funcionarios. Veinticinco mil votos seguros.
Ya escuché testimonios lacrimógenos sobre cómo les manipulan, sobre cómo les hacen pasar hambre y necesidades, sobre la falta de pago de salarios que sufren, sobre los contratos trimensuales que les otorgan y que no les son renovados si no responden a las tareas electorales que les dan.
Cómo puede un pueblo ausente en sus elecciones cambiar un destino, si el 70% de los votos del candidato ganador ya están votos atados por el estómago?
Acaso el 100% de los votos del candidato perdedor no superan con creces al 30% restante del ganador? Por supuesto que sí!
Pero necesitamos TU voto para equilibrar toda la estructura y el funcionariado público que se moviliza a votar con la finalidad de poder recuperar un poco de su pan diario que le fuere negado.
Somos más. Somos inmensamente más.

Así como les dije: si el pueblo (todo él!) vota y elige un gobernante, aunque yo haya votado por otro, me sentiré que hubo justicia. Sentiré que pensamos distinto y que debo hacer mejor las cosas para una próxima vez, y así convencer.
Pero cuando me encuentro con la victoria electoral de unos, pisoteando la voluntad inexpresa del pueblo, siento un gran impulso interno de rabia, frenado por la impotencia y por mi altísimo sentido de respeto a las estructuras.
No iré en contra de la democracia, aunque esté perdiendo con ella.

Existen leyes que no me gustan. Que no me favorecen. Que no favorecen al pueblo. Que no le hacen bien a mi querido Paraguay.
Pero eso no es para mí justificativa para incumplirlas. Igual soy sujeto de su obligatoriedad.
Si alguna legislación no me gusta, antes que incumplirla, debo intentar cambiarla.
Ensuciarme las manos y construir.

Eso es a lo que quiero invitarles, queridos amigos.
Estamos iniciando un trabajo de elaboración de un proyecto de Ley que reglamente la Obligatoriedad del Voto. Y necesitamos tu ayuda. Precisamos de tu apoyo.
Este es un proyecto que involucra a todos los sectores, los partidarios, los sociales, los religiosos. Todo tipo de estructura civil necesita que el voto se ejercite de verdad.
En ese momento tendremos la autoridades que "nos merecemos", porque todos elegirán.

Muchos dicen que el voto debería ser opcional antes que obligatorio.
Acaso no lo es ya ahora? Acaso no vota quien quiere, y quien no quiere ni se da por enterado?
Existe acaso algún tipo de consecuencia para quienes no votan?
Hoy necesitamos que sea efectivamente obligatorio. Que todos estén obligados so pena de alguna consecuencia restrictiva o punitoria, y que el pueblo entero se manifieste en sus elecciones.
Si logramos que toda la ciudadanía vote, el peso de la estructura pública ya no será suficiente para tirar la balanza para el lado de la conveniencia de sus detentores.
Y mañana, cuando las autoridades legítimamente constituidas hayan dado un giro a nuestra situación de analfabetismo funcional, podremos hacerlo optativo, porque el pueblo ya será lo suficientemente consciente como para decidir si hace o no falta su voto.
Pero hoy, nuestro pueblo no tiene aún esa capacidad.

Involúcrense, amigos! Tomen partido! El beneficio será de todos!