viernes, 6 de diciembre de 2013

Ya lo oirá el mundo!

Cuando la negra noche
se cierne sobre las naciones,
y la disputa no es de hombres
pues estos aquí luchan sin uso de razones...

Cuando la ofensa golpea
y la mano opresora amenaza,
aun viéndote caído en tierra,
cobarde que olvidó su humana raza...

Cuando los horizontes desaparecen
y sólo queda su sombra en esta cárcel,
nuestras obras se desvanecen
y la libertad a ensueño sabe...

...No es aún el fin, estoy seguro!
Estos barrotes no serán suficiente muro
para retener mi voz y dejarme mudo!
Dentro o fuera, ya lo oirá el mundo!


Volver al Blog

domingo, 28 de abril de 2013

Por qué hacemos lo que hacemos?


Hoy hablo de nosotros (aun cuando en muchas ocasiones no me identifique), en un intento de entender la manera de pensar y obrar de la mayoría.

Atribuyen a Winston Churchill la famosa frase “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”, tomada casi como un justificativo “de amplio espectro” para el conformismo social frente a la dificultad de dar a cualquier sociedad un gobierno diferente, que se salga de la línea de lo esperado y ofrezca soluciones distintas a las que actualmente se le están dando a los problemas.
Será acaso cierto (ya que dice que nos “merecemos”) que “hicimos suficiente mérito” para tener una dirigencia política que sea un reflejo de lo peor que tenemos, así como dicta la máxima? Somos nosotros, la mayoría del pueblo, los que cargamos al hombro con el peso de dicho "merecimiento", decidiendo a conciencia poner a esos dirigentes allí? O es que somos víctimas de un sistema que hace que el círculo vicioso se vuelva casi insalvable?

Hay dos factores que determinan las decisiones que toma la mayoría de la gente –sino toda–, y son la búsqueda de seguridad y la esperanza.

A pesar de movernos en un esquema político y burocrático altamente partidizado y corrompido, del cual siempre podremos quejarnos, ya que conocemos de sobremanera sus lados oscuros; muy a pesar de eso, sabemos cómo funciona. Casi todos saben cómo moverse en él, conocen dónde recurrir, son conscientes de los precios que hay que pagar para obtener un servicio... Dentro de sus imperfecciones, nos da seguridad estar en él.
Votar a alguien que quiera romper ese sistema? Para qué? Con la finalidad de perder todo tipo de seguridad? Para exponernos a una situación totalmente desconocida, que no sabríamos cómo manejar? Qué beneficio nos traería? Deberíamos acaso creer ciegamente en todo aquél que recita irregularidades que ya conocemos? Repetirnos historias ya sabidas hace de la otra persona alguien sobresaliente?
Por supuesto que no! El pueblo no está dispuesto a cambiar las cosas sólo porque uno le diga que va a cambiar lo que está mal. No es siquiera que no crea en uno; hasta podemos despertar la confianza en que seremos capaces de hacerlo. Sencillamente, el pueblo no quiere cambiar el sistema! Se siente seguro en él.

Pero existe una segunda motivación a la hora de tomar decisiones sobre tal o cual candidato a gobernar. Y ese segundo factor determinante es la esperanza.
Paraguay guarda una secreta expectativa de encontrar aquel único líder, ese “Mesías” que sacará al país de la pobreza, la desigualdad, la injusticia, y todos aquellos males que ya conocemos.
El pueblo en su mayoría está dispuesto a dejar de lado toda seguridad cuando se enciende esa luz al final del túnel.
Repasando un poco de nuestra historia, encontramos que los grandes candidatos del pasado lograron de cierta manera ese efecto: Guillermo Caballero Vargas, Lino Oviedo, Pedro Fadul, Fernando Lugo, aunque este último haya sido el único que logró capitalizarlo.
(Ojalá la gestión pobre en cambios dentro del sistema que dejó Lugo no haya arruinado esta esperanza por un largo tiempo.)

Dónde está entonces el secreto? Qué debe hacer un candidato para lograr que la esperanza en él depositada sea tan grande, que derroque la seguridad que el sistema ofrece al pueblo?

Volver al Blog

viernes, 29 de marzo de 2013

Por quién vas a votar en estas elecciones?


El paraguayo es, en líneas generales, hijo del éxito y esclavo del fracaso.
O mejor dicho, quiere ser padre del primero y rehúye a ser amo del segundo.

En la historia social y política de nuestra querida patria, se suceden uno tras otro los ejemplos donde la masa se amontona alrededor de personas o instituciones que le brinden seguridad, Así vemos los casos de empresarios o líderes que se convierten en caudillos, no tanto por la capacidad de idealizar o realizar avances a futuro, sino más bien por la seguridad que puedan brindar a sus seguidores. “Aquí estamos seguros”, pensará hacia sus adentros cualquiera de sus adeptos.

Los episodios recientes (hace apenas 5 años, en 2008) nos recordarán y constatarán esta teoría, teniendo en cuenta que, además de aglutinar en torno a una figura –Fernando Lugo– que se apartaba del partido hasta ese entonces hegemónico –ANR–, quien transmitió la seguridad a la población votante de “ser el único que podía derrocar a los colorados”, gran parte de los mismos no votó por el que consideraban que era el mejor candidato –Pedro Fadul– porque “no iba a ganar no más luego”.
La gente sigue al ganador. No va en busca de su propia opción, de aquel candidato que realmente le gusta o le convence en sus manifestaciones.
Sencillamente, el común de los paraguayos no quiere estar del lado del que lleva las de perder. Y es totalmente comprensible.

Nuevamente, en estas elecciones nacionales, que se realizarán el domingo 21 de abril, los paraguayos ya tenemos un candidato que lleva el mote de “ganador” aun sin haberse iniciado las votaciones. Y de nuevo, tenemos muchos compatriotas que manifiestan “voy a votarle a Fulano, si total va a ganar no más luego”, o en el peor de los casos dicen “para qué pio me voy a ir a votar, si va a ganar no más luego Fulano?”.

Es una lástima.

Pero quiero introducir una variable más dentro de la ecuación, teniendo en cuenta que mi visión de la realidad nacional y de su política no se acaban en abril.

Circunstancia 1:
Cuando iniciamos cualquier emprendimiento, ya sea comercial, social o político, la imagen que le demos al mismo será contundente a la hora de prever su futuro, ya que la ciudadanía –como dijimos más arriba– se guía por la “fama” que tiene. El negocio que empieza bien, con buen nombre y causando un impacto positivo, tiene futuro. Aquél al que no le va muy bien, tiene los días contados, a no ser que invierta en una fuerte e inteligente campaña de refacción. Éste es el paraíso para los “lugares de moda”. Todos vamos a los mismos bares, a las mismas discos, a los mismos lugares de esparcimiento. Si un lugar no congrega cientos de personas (o al menos, no da la impresión de estar lleno), no es bueno. Te puede encantar la onda del lugar, pero “no pega”.
Si trasladamos ese fenómeno a la política, lo mismo le ocurre a los candidatos a cualquier cargo. Si no logran una imagen de “acaudalados” electoralmente, no tiene futuro su carrera política, sin tener en cuenta la capacidad o la idoneidad del mismo, o que de verdad nos convenza completamente su propuesta política.
Si hoy en día, en estas elecciones, hay un candidato bueno –el mejor según nuestro criterio–, para que permanezca viva la esperanza de que pueda ser votable en las siguientes elecciones, aunque hoy no gane, debe “caer parado”. Puede perder, pero para evitar que la gente diga de él que "no pega", no puede ser vencido por goleada.

Circunstancia 2:
La verdad es que no sé qué tan interiorizada está la ciudadanía pensante sobre este punto, pero es importante que se los diga con todas las letras: las elecciones no se ganan con votos de gente convencida; se ganan con votos “comprados”. Partidarios de Fulano o Sultano que se pavonean con los resultados electorales obtenidos, lo único que están haciendo es mentirse a sí mismos y a la gente. Si no pagaran lo que pagan, tendrían menos de un tercio de los votos que tienen! La paga puede ser en efectivo –varía entre Gs. 50.000 y 150.000 generalmente–, o pueden ser favores para un grupo específico en un lugar específico, o con cargos –ubicación de gente en nuevos puestos de trabajo, o la sencilla exigencia de votar para poder mantener el que ya se tiene–. En fin, se comercializan los votos. No todos, por supuesto. La cantidad oscila entre 70 y 80 %. El resto –los 20 ó 30 %– son de personas como nosotros, convencidas de la bondad del candidato, o guiada por la “fama de ganador” del mismo.

Ese porcentaje minoritario del que hacemos parte nosotros es el que preocupa.
Hoy en día, tumbar este sistema perverso, que introdujo dentro de la democracia paraguaya un juego tan complicado de "supuesta" democracia, donde gana la pulseada el que paga más y mejor a ese 70 u 80 %... Derrocarlo hoy en día, se vuelve en extremo difícil.
Pero no imposible!
Necesitamos tiempo; un par de elecciones más, si lo hacemos inteligentemente.

Punto 1: necesitamos candidatos votables; no “novedosos”.
Si para cada elección estamos esperando que aparezca el “Mesías”, el “vecino nuevo de la cuadra”, que “no era político, pero ahora decidió involucrarse porque los políticos luego son todos esto y aquello”; así cada elección vamos a estar empezando de cero nuevamente.
Cada nuevo candidato que ilusionó a la ciudadanía y logró un caudal importante, a la siguiente vuelta ya no fue votado o apoyado, porque ya no era “nuevo”.
Así pasó con Guillermo Caballero Vargas, con Carlos Filizzola, con Pedro Fadul, con Fernando Lugo. Y cada uno de ellos formó “su” tercer sector.
Lo cierto y concreto es que todos, el país entero, nos quedamos sin tercer sector.
Necesitamos unificar fuerzas, mirando a futuro. Que en las próximas elecciones logremos unificar todas las fuerzas políticas en una "verdadera" concertación! Y eso sólo se logrará si, en estas elecciones, apoyamos a nuestros candidatos favoritos, haciéndolos protagonistas, dándole un respaldo importante a diferentes figuras de las fuerzas que no hacemos parte de los dos “tradicionales”.

Punto 2: necesitamos darles imagen a nuestros candidatos.
El “voto útil” lo único que logra es dejar hecha trizas cualquier candidatura futura de los del tercer sector. Si le vaciamos de votos a nuestro candidato favorito, nosotros somos los culpables de que la gente diga de ellos que "no pegan".
Los dos primeros sectores quieren convencernos o de que “Fulano va a ganar no más luego” o de que “Sultano es el único que puede ganarle a Fulano”. Es cierto, no?
Pues bien, si Fulano va a ganar, para qué más necesita de nuestro voto? Si ya tiene suficiente con los que compró… O para qué votar a Sultano, si –según su bola de cristal–, con el “voto útil”, él es el único que podría llegar a ganarle? Son profecías autocumplidas de ambos lados: dan la victoria a un sector, y al otro le mantienen como eterno segundo, pero finalmente se encuentran todos allá arriba.
Al contrario, será un “voto inútil”, justamente para lo que nos proponemos: darle fuerza a un tercer sector!

Yo ya tomé la opción de votar por Miguel Carrizosa, más allá de que vaya a ganar o no. Opté por él porque quiero fortalecer su figura. Creo en él y en su partido, y quiero verle todavía candidatado en el futuro. Asimismo, mucha gente le votará a Mario Ferreiro o a Aníbal Carrillo. Y lo hará por convencimiento.
De eso necesitamos!

Todavía estamos a tiempo. Aún podemos revertir esta situación.
Fulano y Sultano no necesitan nuestro voto. No van a construir una nueva patria con él.
Votemos sin condicionamientos de “estar con el ganador” o “con el único que le puede ganar”. Votemos libremente, desafiando lo que nos dicen que va a suceder!
El Paraguay necesita! Nosotros necesitamos! Vos necesitás!

Volver al Blog

domingo, 24 de febrero de 2013

Lo importante no es tener: es saber cómo conseguir!

No existe mayor legado que se pueda dejar a generaciones venideras que el conocimiento, entendido como la suma entre la instrucción, la experiencia y la opinión propia.

Riqueza? Infraestructura? Salud? Todas ellas muy importantes. Pero todas ellas temporales.
Lo importante no es dejar algo hecho; es vital es dejar claro el camino a recorrer para llegar una y otra vez a ese resultado.

Lo que hay hoy es fruto de una necesidad que en el pasado estuvo insatisfecha, sumada a algunos locos idealistas que creyeron que podía satisfacerse.
Pero el ser humano es un ser difícilmente complacible, y la misma evolución y crecimiento de las cosas hacen que lo que hoy es solución "satisfactoria", mañana ya sea insuficiente, y tengamos que volver a luchar por alcanzar un nuevo "estado de equilibrio".
Y si no aprendimos cómo hacerlo?

No crean que son "mesiánicos" aquellos que les ofrecen una obra, pero no les involucran en su construcción; hagan oído sordo a aquellos "profetas" que anuncian grandes cambios "de fachada", pero de fondo y cimiento dejan la misma vieja y obsoleta estructura; no sigan a los "líderes" que hoy hacen alarde del "yo voy a hacer...", "yo te voy a dar...", "yo voy a cambiar...".

"No creo en las revoluciones que cambian el orden de las cosas
y no cambian el corazón del hombre".
Blaise Pascal

Lo que se haga hoy sólo por mandato de una sola persona, empieza y termina con esa persona.

Esperar que lo hagan todo nuestros gobernantes, entonces, no sólo es muy ingenuo, sino también una limitante para nuestro futuro.
Antes bien, nuestra vista debe estar puesta en nuestra propia participación en esos procesos.
El pueblo que construye su propio desarrollo es el que, sin importar quién esté a la cabeza (de qué religión, partido político o ideología sea), va a mantener siempre un constante crecimiento ―a través de la gestión de sus autoridades, por supuesto, pero guiados por la voluntad y presión populares―.

Conocé tu ciudad y sus problemas! Debatilos entre tus amigos!
Participá en los reclamos que creas correctos! Hacé valer tu voz de ciudadano!
Y, si podés, ensuciate las manos y sudá por algo que contribuya a dejar el mundo mejor que como lo encontraste!

Volver al Blog