viernes, 22 de julio de 2011

Vocaciones que sirvan sinceramente al Paraguay

Durante mi tiempo de seminarista, el Maestro de Novicios nos enseñó que Dios actúa con énfasis en ciertos momentos de la historia, generando un salto cualitativo en el crecimiento de una persona o de una comunidad. Esas ocasiones, en las cuales el Espíritu Santo irrumpe, se llaman Kairós.
Independientemente de la religión (o la ausencia de ella), cada uno tiene un listado de diez a veinte eventos específicos que hicieron que nuestra vida sea la que es. Nos marcaron. Dejaron una huella en nosotros. Y nuestra vida ya no fue la misma después de eso. Dimos ese salto cualitativo.
Para algunos son conversaciones. Para otros, el vínculo con alguien (o el haber tenido que desvincularse, en el caso de que haya habido una partida de un ser querido). Tal vez incluso experiencias de fe.

Para mí hubo un antes y un después de haber leído este texto. Se titula "Sobre política y jardinería".


De todas las vocaciones, la política es la más noble. Vocación, del latín "vocare", significa "llamado". La vocación es un llamado interior de amor: llamado de amor por un "hacer". En lugar de ese "hacer", el vocacionado quiere "hacer el amor" con el mundo. Psicología de amante: lo haría, incluso si no ganara nada.


Política" viene de "polis", "ciudad". La ciudad era para los griegos, un espacio seguro, ordenado y tranquilo, donde los hombres podían dedicarse a la búsqueda de la felicidad. El político sería aquél que cuidaría ese espacio. La vocación política, por lo tanto, estaría al servicio de la felicidad de los habitantes de la ciudad.


Tal vez porque eran nómadas en el desierto, los hebreos no soñaban con ciudades, soñaban con jardines. Quien vive en el desierto sueña con los oasis. Dios no creó una ciudad. Él creó un jardín. Si le preguntáramos a un profeta hebreo, "¿qué es la política?", él nos respondería, "el arte de la jardinería aplicado a los asuntos públicos".


El político por vocación es un apasionado por el gran jardín para todos. Su amor es tan grande que él renuncia al pequeño jardín que podría plantar para sí mismo. ¿De qué sirve un pequeño jardín si a su alrededor está el desierto? Es necesario que todo el desierto se convierta en jardín.


Amo mi vocación, que es escribir. La literatura es una vocación hermosa y débil. El escritor tiene amor, pero no tiene poder. Pero el político tiene. Un político de vocación es un poeta fuerte: él tiene el poder para transformar poemas sobre jardines en jardines reales. La vocación política es convertir los sueños en realidad. Es una vocación tan feliz que Platón sugirió que los políticos no necesitarían poseer nada, que les sería suficiente el gran jardín para todos. Sería indigno que el jardinero tuviese un espacio privilegiado, mejor y diferente al espacio ocupado por todos. Conocí y conozco muchos políticos por vocación. Su vida fue y sigue siendo un motivo de esperanza.


Vocación es diferente a profesión. En la vocación la persona encuentra la felicidad en la propia acción. El placer de la profesión no está en la acción. El placer está en la ganancia que de ella se deriva. El hombre movido por la vocación es un amante. Hace el amor con la persona amada por la alegría de hacer el amor. El profesional no ama a la mujer. Él ama el dinero que recibe de ella. Es un "prostituto".


Todas las vocaciones se pueden transformar en profesiones. El jardinero por vocación ama el jardín de todos. El jardinero de profesión utiliza el jardín de todos para construir su jardín privado, aunque, para que esto ocurra, a su alrededor aumenten el desierto y el sufrimiento.


Así es la política. Son muchos los políticos profesionales. Puedo entonces enunciar mi segunda tesis: de todas las profesiones, la profesión política es la más vil. Lo que explica el desencanto total del pueblo hacia la política. Guimarães Rosa, preguntado por Günter Lorenz si él se consideraba político, respondió: "Yo nunca podría ser político con toda esa charlatanería de la realidad... A diferencia de los 'legítimos' políticos, creo en el hombre y le deseo un futuro. El político piensa solamente en minutos. Soy escritor y pienso en eternidades. Yo pienso en la resurrección del hombre". Quien piensa en minutos no tiene paciencia para plantar árboles. Un árbol tarda muchos años en crecer. Es más rentable cortarlos.


Nuestro futuro depende de esta lucha entre políticos por vocación y políticos por profesión. Lo triste es que muchos que sienten el llamado de la política no tienen el coraje de responderlo, por miedo a la vergüenza de ser confundidos con los "prostitutos" y de tener que convivir con "prostitutos".


Escribo para ustedes, jóvenes, para seducirlos hacia la vocación política. Tal vez haya jardineros dormidos dentro de ustedes. Escuchar el llamado de la vocación es difícil porque está perturbado por el griterío de las elecciones esperadas, normales, medicina, ingeniería, informática, derecho, ciencias. Todas ellas legítimas, siempre y cuando sean una vocación. Pero todas ellas limitantes: los pondrán en un pequeño rincón del jardín, muy distante del lugar donde se decide el destino del jardín. No sería mucho más fascinante participar de los destinos del jardín?


Acabamos de celebrar los 500 años del descubrimiento del Brasil. Los descubridores, al llegar, no encontraron un jardín. Encontraron una selva. La selva no es un jardín. Selvas son crueles e insensibles, indiferentes al sufrimiento y a la muerte. Una selva es una parte de la naturaleza todavía no tocada por manos humanas. Aquella selva podía haber sido transformada en un jardín. No lo fue. Los que actuaron sobre ella no eran jardineros. Eran leñadores y madereros. Y fue así que la selva, que podía haberse convertido en jardín para la felicidad de todos, se transformó en desiertos salpicados de lujuriosos jardines privados donde unos pocos encontraron vida y placer.


Hay descubrimientos de orígenes. Más bellos son los descubrimientos de destinos. Quizás, entonces, si los políticos por vocación se apoderaran del jardín, podríamos empezar a trazar un nuevo destino. Entonces, en lugar de desiertos y jardines privados, tendríamos un gran jardín para todos, obra de hombres que tuvieron el amor y la paciencia para plantar árboles a cuya sombra nunca se sentarían.

Rubem Alves
(Folha de S. Paulo, Tendencias y Debates, 19/05/2000)


Me tomé el esfuerzo de traducirlo para poder compartirlo con ustedes, amigas y amigos.

Me siento identificado con este texto porque siento que mi misión en la vida es despertar.
Personalmente, no me molesta que la gente no esté de acuerdo conmigo. Ni tampoco necesito que imperiosamente acompañen mis ideas u opiniones. Más bien me desespera la indiferencia. Prefiero que me contradigan de frente y con argumentos, que me hagan cambiar de postura, o que me dejen cambiar las suyas. O en su defecto que nos expongamos las propias mutuamente y terminemos en un sabio "lleguemos a un consenso". Pero el tibio "ni ahí" es para mí como una estocada en el corazón.

Las cosas fueron creadas para ser mejoradas. Nacieron para crecer, mutar, evolucionar.
No existe el "así estamos bien".
Quien es indiferente se estanca. Y el que se estanca no permanece inmóvil. Retrocede. Se hunde.

Es tiempo que llegue una nueva primavera al Paraguay.
Se animan a despertar a los jardineros y jardineras? A los propios, que están durmiendo dentro nuestro, frutos de una sociedad indiferente consigo misma.
Se animan a hacer ustedes su propio camino hacia ese jardín para todos? Nadie puede obligarnos. La decisión es de cada uno.
Se animan a desafiar a los madereros y leñadores, aunque parezcan rudos, peligrosos y malolientes? Acaso pueden las cadenas externas ser tan fuertes como para encarcelar nuestros sueños?

Recuerdo un diálogo de la película "Corazón Valiente", dicho por William Wallace en el momento previo a una batalla, ya con las tropas enemigas en formación enfrente. Con esto quiero manifestarles la secreta intención que tengo de que despierten sus vocaciones:


"Sí, pueden huir, y vivirán. Al menos por un tiempo. Y llegado el momento, yaciendo en sus camas en lecho de muerte, de aquí  a muchos años, desearán tener una oportunidad —sólo una oportunidad!— de volver a este campo de batalla y decirle al enemigo que puede puede llegar a quitarnos la vida, pero jamás podrá quitarnos nuestra libertad".

Paraguay nos necesita.

3 comentarios:

  1. Como bien lo indica el artículo, los jardineros por vocación tienen miedo de ser confundidos con los de profesión. Ojalá ese miedo algún día sea vencido por la vocación. Creo que tu misión no es solo despertar, sino que sos un gran jardinero, no es necesario estar en el gobierno para ser político.

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  2. Muy interesante y profundo el articulo.

    Es complejo en la realidad cuando un persona esta en su estado de confort y debe romper el hielo y tratar de cambiar un esquema mental que ya viene arraigado desde su ninhez respecto a su profesion. Nuestra formacion academica y social nos forma desde jovenes a tener una profesion para que nunca nos falte nada.

    Por otro lado en la Politica es mas dificil aun tomarse el desafio de tratar de liderar algun cambio en la sociedad puesto que llevamos un instinto de supervivencia biologico del que "el mas fuerte sobrevive y perpetua sus genes" que nos impide expresar con valentia cuando presuponemos que las adversidades podrian ser una amenaza y echar a perder una trayectoria. En esos casos me explico la tibieza con la que la gente participa. Las grandes revoluciones que conozco fue cuando ese limite de supervivencia se rompio (generalmente por hambre).

    Respecto a lo de la estocada en el corazon, por la apatia de la gente, creo que tu camino te llevara a un lugar en la vida, y cada uno tiene el propio. Es la gente la que decidira si llegaras lejos en la sociedad, y eres tu el que sentiras la felicidad de haber recorrido tu camino, pero de ninguna manera eso puede depender de otros.

    Felicitaciones.

    Luis A. Martinez Insfran

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  3. Hoy en día son pocas las personas que se dedican a descubrir cuál es su vocación. Pocas buscan "hacer el amor" asumiendo el rol que les toca o decidieron cumplir. El artículo que compartís me parece muy oportuno y genial para esa tarea tan necesaria y existencial que es descubrir la vocación. No es fácil descubrirla y decidirse a vivir de acuerdo ella. Es un desafío, pero vale la pena.

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