domingo, 24 de junio de 2012

Sobre faltas, sobre juicios y sobre políticos


Siguiendo con la recomendación de un amigo, me siento una vez más a escribir lo que pienso, convencido de que debo hacerlo, pero no tan seguro de que realmente mis palabras puedan expresar lo que hoy estoy sintiendo.
Sin embargo, hagan lo posible de no quedarse sólo con las palabras que uso, sino con la verdadera intención detrás de las letras.

El viernes 22 de junio de 2012 dejamos profundamente heridas a la institucionalidad y a la gobernabilidad en el Paraguay, y no será hasta dentro de muchos años cuando se recuperen totalmente, acaso lleguen a recomponerse realmente.

Empezando con lo primero (sobre las faltas), es importante aclarar que Fernando Lugo no fue mi candidato en 2008. No voté por él. En este momento no importa a quién di mi confianza en ese entonces, pero lo que sí importa es que no lo quería a él en el gobierno.
Para felicidad de muchos, ganó a pesar de las profecías de Nicanor respecto a la inderrocabilidad del Partido Colorado. Y deberíamos decirlo: en ese entonces, no ganó el "Partido Colorado" como institución pero sí ganaron muchos "colorados" que, cansados de la pseudo-tiranía de su gobernante, le dieron el voto castigo.

La llegada al poder de Lugo fue entonces una "victoria del pueblo" sobre el sistema. Su asunción fue más o menos como la entrada de Jesús en Jerusalén, subido en "su burrito" de pobreza (su negativa a usar traje y sus sandalias tan conmovedoras).
Cuánta esperanza se depositaba en tan humanos hombros!

La historia quiso (y él aporto muy efectivamente de su parte para) que tenga uno de los gobiernos más difíciles de entender para quien busca un plan o un hilo conductor en las acciones. Fue uno de los mandatarios más incapaces y libertinos frente a los atropellos, la violencia y los robos. De mi vida consciente, no guardo memoria de haber vivido una época tan marcada por la inseguridad. Su gestión es y será recordada por sembrar altísimas esperanzas y expectativas, para luego pulverizarlas con la ineficacia y el desdén de la inacción. Y, por supuesto, no puede olvidársenos el tétrico hazmerreír que representó en todos estos años el ir, poco a poco, desvelando sus carnales apetencias y sus filiales incoherencias. Vergonzoso.

Cuando hablamos de faltas entonces, debemos decirlo con todas las letras: Fernando Lugo faltó contra su palabra, contra las ilusiones en él depositadas y contra su propia imagen de confianza.

En segundo lugar, si queremos analizar, criticar y opinar sobre lo que ha sucedido días atrás, tenemos que ubicarnos en el tiempo y en el contexto.

Cuando la estructuración de un estado se hace de manera a que tres poderes compartan el gobierno, es sabido desde el inicio que ninguno de ellos puede decidir libre e indolentemente lo que hará, sin mirar a los otros dos con quienes convive. Fernando Lugo se olvidó de ello.
La base de todo gobierno político es el poder; pero no sólo el estructural-formal que le da el cargo, sino el popular: el arrastre y la convocatoria. Debemos convenir que para que este poder popular pueda ser real, necesita una estructura "fuera de la estructura" que lo canalice. Eso son los partidos. Ellos se encargan de dar un soporte informal a quien está ocupando el poder formal.
Fernando Lugo, desde el principio de su mandato, se encargó eficientemente de ir cortando relaciones con el partido que le dio soporte y que le aseguraría capacidad de permanencia y de acción.

Como decíamos líneas más arriba, el gobierno político es la posesión del poderCuando hablamos, por lo tanto, de un juicio político, no estamos hablando de un juzgamiento que busque la justicia: está buscando retirarle el poder a alguien.
Concluyendo la segunda parte, diríamos que es tan sencillo como la matemática: perdiste el poder informal, perdiste el poder formal. Y no hay nada de ilegal en ello. Es así.

Empezamos entonces, con las dos primeras partes aclaradas, a analizar la política y a los políticos.

A. Cuando engalanamos este juicio político con calificativos como "muestra de madurez democrática del pueblo paraguayo" o "la victoria de la democracia", lo único que estamos haciendo es poner un velo de ocultismo a la verdadera cara de lo que es, como citamos más arriba, un juicio político.
Dice un proverbio africano: "cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre."
Este juicio político fue una lucha de poderes, un duelo de titanes, una pelea de "los de arriba", donde poco o nada les importaba qué era lo que queríamos "los de acá abajo".
Aquellos que ilusamente creímos que fue por presión popular que logramos frenar aquella ampliación del presupuesto para el TSJE, pocos días más tarde conocimos la verdad cuando "encajonaron" por segundo periodo legislativo consecutivo una propuesta de desbloqueo de listas "sábana".
No, amigas y amigos; no fue la voluntad popular la que primó al momento de solicitar el juicio político ni al momento de dictar sentencia. Aunque muchos salieron conformes con la resolución, y otros repudian completamente lo sucedido, decir que se hizo lo que se hizo "porque era la voluntad popular, llevada adelante por nuestros legítimos representantes" es la peor falacia que pueden esgrimir como argumento para justificar este proceso de lucha de intereses particulares y sectoriales.

B. Tampoco me creo la muy bien argumentada justificativa de Gonzalo Quintana, a quien admiro mucho por la claridad de sus pensamientos, aunque deba diferir con él en este momento. Intenta él, alabando la estoica actitud del pueblo paraguayo, disfrazarla con un ropaje de "nos callamos porque sabemos internamente lo que está bien, y lo asentimos al no decir nada". Pongo sus justificativas en boca de los que hoy son diputados y senadores, quienes, para hacer y deshacer a su antojo, se esconden en la ignorancia, mansedumbre y falta de conciencia cívica del pueblo paraguayo. Y eso es porque nos callamos, no al momento de no salir a participar de las manifestaciones, sino cuando agachamos cabeza día a día y "vivimos" de un estado corrupto.
Contados con los dedos son aquellos que viven el civismo y el espíritu democrático en la vida diaria.
Aquellos que piensan que salir a gritar "hurras" o a abuchear a alguien durante un par de horas en una manifestación ya es suficiente para "vivir el patriotismo" están muy equivocados.
Las manifestaciones ayudan, por supuesto. Y gracias a Dios, cada vez son más los que salen a la calle estimulados por las redes sociales (bienvenida sea su ayuda para la información!) en contra o a favor de alguna causa ciudadana, pero son muy pocos los que realmente entienden lo que están reclamando, y lo hacen más allá de ese momento de efervescencia social.

C. Acompañando a todo esto, una de las preocupaciones más grandes que quedan es que, con tales argumentos políticos como los utilizados para separar al ex-Presidente de su cargo, hipotéticamente, un grupo de conspiradores que se encuentren mañana dentro del poder podrían organizar a un grupo de supuestos campesinos, armarlos, matar a algunos policías en algunas ocasiones, y nuevamente iniciar el "proceso democrático" del juicio político. Tan sencillo como eso sería. Y no me queda ni la más remota duda de que algunos de los actuales parlamentarios sean capaces de hacerlo.
Por eso digo: aunque no me gustara Fernando Lugo como Presidente, me parece un precio demasiado alto el que pagamos para tener 13 meses de "cumplimiento de las funciones".

Hemos abierto la caja de Pandora.


D. Hay otra cosa más.
No es demasiado llamativo que, luego de algunos problemas de financiamiento, sobre todo teniendo en cuenta la negativa de ampliar el presupuesto del TSJE, justamente 9 meses antes de las elecciones generales, hayan destituido a la persona que más estorbaba? No era acaso estratégico para los partidos políticos, con una justificativa válida y legal, despojarse de aquello que les impedía el acceso a los recursos?
Finalmente, creo que puede resultar un argumento interesante para entender lo que pasó.


E. Para cerrar todo esto, si los argumentos de los parlamentarios (sí, electos por el pueblo, con un sistema de listas sábana repudiado públicamente, pero al que tenemos que atenernos)... Si sus argumentos para llevar adelante un juicio político fueron los de "incumplimiento de sus funciones", puede alguien explicarme cómo hará un gobierno de tan solo 13 meses para ser efectivo en sus funciones, teniendo que iniciar de cero un proceso de trabajo? Muchos saldrán al paso de este cuestionamiento y me dirán "claro que se puede" o "ellos saben cómo hacer" o "cualquiera luego puede hacer mejor que Lugo", u otro sinfín de posibles contestaciones.
Pero yo les daré la única respuesta que nos dará la tranquilidad a mí y al resto del pueblo paraguayo: las acciones que llevará adelante.
Sólo podremos comprobar si se hizo lo correcto al final de este periodo, y de verdad quiero creer que dichas acciones se van a cumplir:
  1. Se aniquilará al EPP.
  2. Se bajarán los índices altísimos de criminalidad y violencia.
  3. Se realizará la Reforma Agraria (no sólo la "repartija" de tierras, como piensan muchos).
  4. Se solucionará el problema de las tierras en el campo.
  5. Se cumplirá la promesa de asignar territorios donde se respete la cultura de los indígenas.
Pero, sobre todo, un sexto punto:
   6.  No se utilizará la estructura del estado para la campaña política.

Son estos los hechos que harán que, a esa profundamente herida democracia, no le hayamos herido de muerte. Y todo esto, nos guste o no, colaboremos con él o no, descansa en los hombros de una sola persona: del Presidente de la República del Paraguay, Federico Franco.

No nos deshonres, Presidente!

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