viernes, 29 de marzo de 2013

Por quién vas a votar en estas elecciones?


El paraguayo es, en líneas generales, hijo del éxito y esclavo del fracaso.
O mejor dicho, quiere ser padre del primero y rehúye a ser amo del segundo.

En la historia social y política de nuestra querida patria, se suceden uno tras otro los ejemplos donde la masa se amontona alrededor de personas o instituciones que le brinden seguridad, Así vemos los casos de empresarios o líderes que se convierten en caudillos, no tanto por la capacidad de idealizar o realizar avances a futuro, sino más bien por la seguridad que puedan brindar a sus seguidores. “Aquí estamos seguros”, pensará hacia sus adentros cualquiera de sus adeptos.

Los episodios recientes (hace apenas 5 años, en 2008) nos recordarán y constatarán esta teoría, teniendo en cuenta que, además de aglutinar en torno a una figura –Fernando Lugo– que se apartaba del partido hasta ese entonces hegemónico –ANR–, quien transmitió la seguridad a la población votante de “ser el único que podía derrocar a los colorados”, gran parte de los mismos no votó por el que consideraban que era el mejor candidato –Pedro Fadul– porque “no iba a ganar no más luego”.
La gente sigue al ganador. No va en busca de su propia opción, de aquel candidato que realmente le gusta o le convence en sus manifestaciones.
Sencillamente, el común de los paraguayos no quiere estar del lado del que lleva las de perder. Y es totalmente comprensible.

Nuevamente, en estas elecciones nacionales, que se realizarán el domingo 21 de abril, los paraguayos ya tenemos un candidato que lleva el mote de “ganador” aun sin haberse iniciado las votaciones. Y de nuevo, tenemos muchos compatriotas que manifiestan “voy a votarle a Fulano, si total va a ganar no más luego”, o en el peor de los casos dicen “para qué pio me voy a ir a votar, si va a ganar no más luego Fulano?”.

Es una lástima.

Pero quiero introducir una variable más dentro de la ecuación, teniendo en cuenta que mi visión de la realidad nacional y de su política no se acaban en abril.

Circunstancia 1:
Cuando iniciamos cualquier emprendimiento, ya sea comercial, social o político, la imagen que le demos al mismo será contundente a la hora de prever su futuro, ya que la ciudadanía –como dijimos más arriba– se guía por la “fama” que tiene. El negocio que empieza bien, con buen nombre y causando un impacto positivo, tiene futuro. Aquél al que no le va muy bien, tiene los días contados, a no ser que invierta en una fuerte e inteligente campaña de refacción. Éste es el paraíso para los “lugares de moda”. Todos vamos a los mismos bares, a las mismas discos, a los mismos lugares de esparcimiento. Si un lugar no congrega cientos de personas (o al menos, no da la impresión de estar lleno), no es bueno. Te puede encantar la onda del lugar, pero “no pega”.
Si trasladamos ese fenómeno a la política, lo mismo le ocurre a los candidatos a cualquier cargo. Si no logran una imagen de “acaudalados” electoralmente, no tiene futuro su carrera política, sin tener en cuenta la capacidad o la idoneidad del mismo, o que de verdad nos convenza completamente su propuesta política.
Si hoy en día, en estas elecciones, hay un candidato bueno –el mejor según nuestro criterio–, para que permanezca viva la esperanza de que pueda ser votable en las siguientes elecciones, aunque hoy no gane, debe “caer parado”. Puede perder, pero para evitar que la gente diga de él que "no pega", no puede ser vencido por goleada.

Circunstancia 2:
La verdad es que no sé qué tan interiorizada está la ciudadanía pensante sobre este punto, pero es importante que se los diga con todas las letras: las elecciones no se ganan con votos de gente convencida; se ganan con votos “comprados”. Partidarios de Fulano o Sultano que se pavonean con los resultados electorales obtenidos, lo único que están haciendo es mentirse a sí mismos y a la gente. Si no pagaran lo que pagan, tendrían menos de un tercio de los votos que tienen! La paga puede ser en efectivo –varía entre Gs. 50.000 y 150.000 generalmente–, o pueden ser favores para un grupo específico en un lugar específico, o con cargos –ubicación de gente en nuevos puestos de trabajo, o la sencilla exigencia de votar para poder mantener el que ya se tiene–. En fin, se comercializan los votos. No todos, por supuesto. La cantidad oscila entre 70 y 80 %. El resto –los 20 ó 30 %– son de personas como nosotros, convencidas de la bondad del candidato, o guiada por la “fama de ganador” del mismo.

Ese porcentaje minoritario del que hacemos parte nosotros es el que preocupa.
Hoy en día, tumbar este sistema perverso, que introdujo dentro de la democracia paraguaya un juego tan complicado de "supuesta" democracia, donde gana la pulseada el que paga más y mejor a ese 70 u 80 %... Derrocarlo hoy en día, se vuelve en extremo difícil.
Pero no imposible!
Necesitamos tiempo; un par de elecciones más, si lo hacemos inteligentemente.

Punto 1: necesitamos candidatos votables; no “novedosos”.
Si para cada elección estamos esperando que aparezca el “Mesías”, el “vecino nuevo de la cuadra”, que “no era político, pero ahora decidió involucrarse porque los políticos luego son todos esto y aquello”; así cada elección vamos a estar empezando de cero nuevamente.
Cada nuevo candidato que ilusionó a la ciudadanía y logró un caudal importante, a la siguiente vuelta ya no fue votado o apoyado, porque ya no era “nuevo”.
Así pasó con Guillermo Caballero Vargas, con Carlos Filizzola, con Pedro Fadul, con Fernando Lugo. Y cada uno de ellos formó “su” tercer sector.
Lo cierto y concreto es que todos, el país entero, nos quedamos sin tercer sector.
Necesitamos unificar fuerzas, mirando a futuro. Que en las próximas elecciones logremos unificar todas las fuerzas políticas en una "verdadera" concertación! Y eso sólo se logrará si, en estas elecciones, apoyamos a nuestros candidatos favoritos, haciéndolos protagonistas, dándole un respaldo importante a diferentes figuras de las fuerzas que no hacemos parte de los dos “tradicionales”.

Punto 2: necesitamos darles imagen a nuestros candidatos.
El “voto útil” lo único que logra es dejar hecha trizas cualquier candidatura futura de los del tercer sector. Si le vaciamos de votos a nuestro candidato favorito, nosotros somos los culpables de que la gente diga de ellos que "no pegan".
Los dos primeros sectores quieren convencernos o de que “Fulano va a ganar no más luego” o de que “Sultano es el único que puede ganarle a Fulano”. Es cierto, no?
Pues bien, si Fulano va a ganar, para qué más necesita de nuestro voto? Si ya tiene suficiente con los que compró… O para qué votar a Sultano, si –según su bola de cristal–, con el “voto útil”, él es el único que podría llegar a ganarle? Son profecías autocumplidas de ambos lados: dan la victoria a un sector, y al otro le mantienen como eterno segundo, pero finalmente se encuentran todos allá arriba.
Al contrario, será un “voto inútil”, justamente para lo que nos proponemos: darle fuerza a un tercer sector!

Yo ya tomé la opción de votar por Miguel Carrizosa, más allá de que vaya a ganar o no. Opté por él porque quiero fortalecer su figura. Creo en él y en su partido, y quiero verle todavía candidatado en el futuro. Asimismo, mucha gente le votará a Mario Ferreiro o a Aníbal Carrillo. Y lo hará por convencimiento.
De eso necesitamos!

Todavía estamos a tiempo. Aún podemos revertir esta situación.
Fulano y Sultano no necesitan nuestro voto. No van a construir una nueva patria con él.
Votemos sin condicionamientos de “estar con el ganador” o “con el único que le puede ganar”. Votemos libremente, desafiando lo que nos dicen que va a suceder!
El Paraguay necesita! Nosotros necesitamos! Vos necesitás!

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