sábado, 8 de enero de 2011

Necesitamos más carpinteros!

Qué harían, amigos y amigas, si se acercara a ustedes una persona con un arma y, apuntándoles a la cabeza, les dijera que hicieran algo? Creo que habrían algunas excepciones –cuando lo solicitado afecte a un ser querido, por ejemplo–, pero en el resto de los casos, quién permanecería acaso un solo segundo sin empezar a moverse para realizar el acto solicitado?
Nuestro instinto de supervivencia se despierta con notable facilidad en momentos extremos.

Pero en el resto de los casos de la vida cotidiana, o al menos casi en la mayoría, el ser humano es dueño y señor de sus actos. Posee tal libertad, que incluso es capaz de decidir algo que vaya en su propio deterioro  personal, como lo son los vicios.
Independencia, sin embargo, no es lo mismo.
La libertad es un martillo. Podemos romper muebles, vidrios, cabezas; lo que queramos.
La independencia es el carpintero que lo utiliza. Él sabe cuál es su propósito, conoce para qué sirve la herramienta.

La libertad es un regalo. Viene por defecto en cada nuevo niño que nace.
La independencia se conquista. Exige de nosotros algo más que el solo mérito de haber nacido seres humanos: requiere carácter. Al tener condición de seres sociales, buscamos naturalmente la aceptación de los demás. Y hay que pagar un precio alto por ser independientes: el posible rechazo.

La cultura, la tendencia, la moda, las costumbres no son más que clavos sobre los cuales tenemos la posibilidad de martillar. Está en nosotros ser o no buenos carpinteros.
Por supuesto, vamos a tener varios visitantes en nuestro taller que van a decirnos que somos "aburridos" o "santurrones" porque no utilizamos ese martillo para romper cuanto encontremos frente a nosotros. De eso no me queda duda alguna. Van a burlarse en público, tal vez.

En Paraguay existe la creencia de que nadie puede llegar a ser el carpintero.
Yo estoy en desacuerdo.
Podemos acaso decir que esta "cultura de corrupción" es un yugo al cual estamos condenados a someternos, del cual nadie puede escapar? Por supuesto que no! Ése es un clavo más! Podemos asestar el golpe o dejarlo pasar. Cada uno tiene un carpintero dentro que puede tomar la decisión de no corromperse!
Que van a burlarse de nosotros por pagar una multa de varios jornales mínimos, en vez de "arreglar" todo ahí no más? Van a reírse cuando sepan que no copiamos en un examen y, por eso, nos aplazamos? Van a tomarnos por tontos cuando formamos toda la fila de entrada y no buscamos "colarnos" detrás de algún amigo?
Y qué importa si se burlan, se ríen o nos toman por tontos? Si somos independientes... No hacemos lo que hacemos porque nos interese lo que piensen: lo hacemos porque creemos que es lo correcto, porque es lo que debe hacerse y porque somos conscientes de que haciéndolo, creamos contra-corriente!

Hace falta un ejército de carpinteros para construir este nuestro hogar: el Paraguay.
Se animan a hacer parte de ese batallón, aunque seamos soldados anónimos y nadie jamás sepa nuestros nombres, aunque no salgamos en la portada de los diarios por hacer lo correcto, aunque perdamos dinero y tiempo por hacerlo, aunque nadie –absolutamente nadie!– al final nos agradezca por haber construido una nueva Nación?
Yo lo haría. El Paraguay vale esa pena!

1 comentario:

  1. sin poner en detrimento a las demas entradas.. esta es mi favorita.. fuerza seba!

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