domingo, 28 de abril de 2013

Por qué hacemos lo que hacemos?


Hoy hablo de nosotros (aun cuando en muchas ocasiones no me identifique), en un intento de entender la manera de pensar y obrar de la mayoría.

Atribuyen a Winston Churchill la famosa frase “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”, tomada casi como un justificativo “de amplio espectro” para el conformismo social frente a la dificultad de dar a cualquier sociedad un gobierno diferente, que se salga de la línea de lo esperado y ofrezca soluciones distintas a las que actualmente se le están dando a los problemas.
Será acaso cierto (ya que dice que nos “merecemos”) que “hicimos suficiente mérito” para tener una dirigencia política que sea un reflejo de lo peor que tenemos, así como dicta la máxima? Somos nosotros, la mayoría del pueblo, los que cargamos al hombro con el peso de dicho "merecimiento", decidiendo a conciencia poner a esos dirigentes allí? O es que somos víctimas de un sistema que hace que el círculo vicioso se vuelva casi insalvable?

Hay dos factores que determinan las decisiones que toma la mayoría de la gente –sino toda–, y son la búsqueda de seguridad y la esperanza.

A pesar de movernos en un esquema político y burocrático altamente partidizado y corrompido, del cual siempre podremos quejarnos, ya que conocemos de sobremanera sus lados oscuros; muy a pesar de eso, sabemos cómo funciona. Casi todos saben cómo moverse en él, conocen dónde recurrir, son conscientes de los precios que hay que pagar para obtener un servicio... Dentro de sus imperfecciones, nos da seguridad estar en él.
Votar a alguien que quiera romper ese sistema? Para qué? Con la finalidad de perder todo tipo de seguridad? Para exponernos a una situación totalmente desconocida, que no sabríamos cómo manejar? Qué beneficio nos traería? Deberíamos acaso creer ciegamente en todo aquél que recita irregularidades que ya conocemos? Repetirnos historias ya sabidas hace de la otra persona alguien sobresaliente?
Por supuesto que no! El pueblo no está dispuesto a cambiar las cosas sólo porque uno le diga que va a cambiar lo que está mal. No es siquiera que no crea en uno; hasta podemos despertar la confianza en que seremos capaces de hacerlo. Sencillamente, el pueblo no quiere cambiar el sistema! Se siente seguro en él.

Pero existe una segunda motivación a la hora de tomar decisiones sobre tal o cual candidato a gobernar. Y ese segundo factor determinante es la esperanza.
Paraguay guarda una secreta expectativa de encontrar aquel único líder, ese “Mesías” que sacará al país de la pobreza, la desigualdad, la injusticia, y todos aquellos males que ya conocemos.
El pueblo en su mayoría está dispuesto a dejar de lado toda seguridad cuando se enciende esa luz al final del túnel.
Repasando un poco de nuestra historia, encontramos que los grandes candidatos del pasado lograron de cierta manera ese efecto: Guillermo Caballero Vargas, Lino Oviedo, Pedro Fadul, Fernando Lugo, aunque este último haya sido el único que logró capitalizarlo.
(Ojalá la gestión pobre en cambios dentro del sistema que dejó Lugo no haya arruinado esta esperanza por un largo tiempo.)

Dónde está entonces el secreto? Qué debe hacer un candidato para lograr que la esperanza en él depositada sea tan grande, que derroque la seguridad que el sistema ofrece al pueblo?

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