domingo, 7 de octubre de 2012

Vasos vacíos jamás!


Hago una pausa en las tareas para expresar un pensamiento que hace un tiempo me da vueltas por la mente. Lo vengo elaborando y noto que de verdad es un comportamiento repetido entre nosotros.

Hablando un poco de cómo empezó esto, debo comentarles que amo el fútbol. Dios no me regaló dones para el juego, pero sí una pasión enorme. Aunque fuera para ver un partido de la segunda división del país más recóndito, dejaría el zapping para deleitarme o criticar.
La “Copa Libertadores de América”, como casi todos sabrán, es la mayor gloria que un club de fútbol de primera división de un país sudamericano (más otros invitados) pueda alcanzar. Todos pelean por “su Libertadores”.

Juan Román Riquelme es un jugador argentino (polémico pero increíblemente bueno) que en la versión 2012 de dicho campeonato llevó a su club, el Boca Juniors, hasta la final, siendo derrotados allí. Luego de perder el título declaró: "Amo a este club, pero me siento vacío y no puedo darle más".

Qué puede pasarse por la cabeza de alguien para dar unas declaraciones así? Llegó hasta la final de un torneo en extremo competitivo y perdió el título sólo entonces! (Pasó la fase de grupos, las octavas de final, los cuartos de final y la semifinal: son 12 partidos con saldo positivo!). Nunca pude entender el porqué de una actitud tan extremadamente fatalista. Viendo los resultados me es evidente que tan “vacío” no estaba.

Pero vi allí un factor común que vemos casi todos: la derrota, sea en la instancia en la que sea, es signo de pérdida.

Es evidente. La historia sólo recuerda a los campeones.
En Paraguay, en el sistema universitario, cuando ves las calificaciones de tus exámenes, no importa si te aplazaste con 0 puntos o con 59. Tu calificación siempre será 1.
Esa es la forma en la cual trabaja la vida y no porque nos disguste va a dejar de ser tan cruda pero tan sabia como es.

Sin embargo, hay algo que creo que muy poca gente ve, y donde radica el origen de nuestra incapacidad de vencer los obstáculos más difíciles: generalmente vemos el vaso medio vacío, en lugar de verlo medio lleno y empezar a calcular cómo llenarlo desde donde está. Vemos las grandes causas como campañas de un solo intento, y no como la construcción de una victoria a partir de una sucesión de derrotas.

Lo que me hizo volver a todo esto es el hecho de que Venezuela acaba de reelegir a Hugo Chávez como presidente de la nación. Perdió Henrique Capriles, lo cual me llena de pena, porque conozco Venezuela, estuve allí, conocí lo bello del país y lo hermosa que es su gente.
Todo esto trae nuevamente a mí la imagen del vaso medio lleno y del medio vacío, no por el resultado obtenido por Capriles, sino por la lectura que obtenemos de él.

Por Dios! Comparando esto con la Libertadores, Capriles ganó sus 12 partidos anteriores! 45% del electorado dentro de un país gobernado durante más de 12 años por una sola persona, de manera absolutista y hasta agresiva.
No! No puede declararse eso como una pérdida! Venezuela ha sufrido una dura derrota, eso sí; pero éste es el momento de empezar a conquistar ese 6% que les falta para derrotar al adversario! No para tirarse al suelo a llorar…
Si abandonan la causa por esta derrota, para la próxima pelea, tendrán que iniciar la campaña desde 0% nuevamente, y no desde 45%.

Pienso en Venezuela y ruego a Dios por Capriles y toda la dirigencia que encabezó esa campaña titánica contra el aparato y contra el deterioro que causó en la moral del pueblo. Pido sobre todo por mi querido Paraguay, por su política, pero sobre todo por nosotros, los paraguayos.
Ojalá todos podamos ver los sucesos de la vida como escalones dentro de una gran escalinata. Algunos escalones los festejaremos, pero la gran mayoría serán derrotas y sufrimientos que construyeron lo que mañana seremos. Y todo depende de que en ellos veamos el vaso medio lleno y siempre pensemos en cómo llenarlo desde ahí…

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